Santiago, Chile – 3 de julio de 2025
En una afirmación que marca un giro histórico dentro de uno de los partidos tradicionales de la ex Concertación, la vicepresidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, declaró que “el socialismo democrático chileno se agotó”, abriendo con ello un debate que por años se intentó silenciar dentro de la centroizquierda chilena: el fracaso del modelo de gobernabilidad pactada con los poderes económicos y la renuncia programática a una transformación estructural del país.
La declaración, realizada durante un conversatorio en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, no solo da cuenta del desgaste del proyecto socialdemócrata adaptado al neoliberalismo, sino que también refleja una crisis de legitimidad que el PS arrastra desde los años posteriores al estallido de 2019 y que se ha agudizado con el ascenso de liderazgos populares que cuestionan abiertamente el legado de la transición.
Vodanovic reconoció que “el modelo chileno está agotado”, y que los principios del llamado “socialismo democrático” —aquellos que buscaron compatibilizar justicia social con crecimiento económico en el marco de una economía de mercado desregulada— no son capaces de responder a las demandas profundas de un pueblo extenuado por la desigualdad, el endeudamiento, la mercantilización de la vida y el abandono estatal.
Esta confesión tardía confirma lo que los sectores populares, organizaciones sociales y partidos antineoliberales vienen denunciando hace décadas: que el modelo de los consensos no fue otra cosa que una administración cómplice del orden impuesto por la dictadura, y que bajo el ropaje de la democracia, se consolidó la privatización de los derechos sociales y la exclusión estructural de las mayorías.
La propia Vodanovic señaló que la idea de “pactos sociales” que sostuvo la estrategia del PS en la transición “ya no tiene cabida” en el Chile actual. En otras palabras, la ciudadanía ya no tolera más gobernabilidad sin transformación, más diálogos sin resultados concretos, más promesas sin redistribución real del poder y la riqueza.
Este gesto —aunque insuficiente si no se traduce en una ruptura efectiva con el bloque histórico neoliberal— podría marcar el comienzo de una recomposición política a la izquierda del mapa institucional. En un momento donde el liderazgo de Jeannette Jara en las primarias abre nuevos escenarios, y cuando sectores comunales, sindicales y estudiantiles demandan con fuerza una alternativa anticapitalista, feminista y popular, el reconocimiento del agotamiento del viejo paradigma puede servir como punto de partida para pensar una izquierda realmente transformadora.
Pero la historia no se escribe sola. Dependerá de los sectores críticos dentro del PS si están dispuestos a abandonar el confort del orden establecido, o si solo buscan lavarse la cara para seguir gestionando el mismo modelo. Para la izquierda popular y revolucionaria, el fin del socialismo democrático no es una tragedia, sino una oportunidad: la posibilidad de construir un nuevo proyecto emancipador desde abajo, sin pedir permiso a los dueños del país.