Una reciente columna de opinión publicada en El Mostrador y firmada por Alfonso España, investigador de Horizontal, lanza una dura crítica a la coalición Chile Vamos, señalando su “renuncia a la ideología” como un error fundamental que ha lastrado su desempeño electoral y su capacidad de conexión con la ciudadanía.
Bajo el título “El error de Chile Vamos: renunciar a la ideología”, España argumenta que la convicción del bloque de derecha de que la ideología es una distorsión de la realidad y una fuente de disputas innecesarias ha llevado a un enfoque exclusivo en la calidad técnica de las propuestas. Esta postura, según el autor, se tradujo en un revés político evidente en las elecciones de 2021, donde los candidatos con perfiles más ideológicos y aquellos que apelaron a las emociones obtuvieron mejores resultados.
La columna de España subraya que el “excesivo pragmatismo” de Chile Vamos, que implícitamente sugiere que la distinción entre izquierda y derecha en una política no importa mientras “funcione”, resulta ineficaz en el actual escenario político. Al priorizar la eficiencia por encima de todo, la coalición ha descuidado la articulación de una visión clara y coherente para el país, una que esté cimentada en valores y no solo en la mera funcionalidad.
Esta “renuncia a la ideología” por parte de un sector de la derecha chilena, sin embargo, puede interpretarse como una estrategia -quizás inconsciente o fallida- de despolitización del debate público.
Al presentar sus propuestas como meramente “técnicas” o “pragmáticas”, se busca ocultar o diluir los intereses de clase subyacentes que dichas políticas favorecen, pretendiendo que las decisiones son universales y neutrales, en lugar de reconocer su anclaje en una determinada visión del orden social y económico. Al ceder el espacio de la lucha ideológica, esta fracción política podría estar debilitando su propia capacidad para generar consenso y hegemonía cultural en favor de los intereses que históricamente representa, facilitando la articulación de otras propuestas con mayor carga ideológica y emocional por parte de sus adversarios. En última instancia, la insistencia en la “tecnocracia” como vía exclusiva podría servir para mantener un statu quo que beneficia a determinadas clases, pero sin la capacidad de movilizar a las masas en torno a un proyecto político claro y distintivo.
El investigador enfatiza que la ideología es precisamente lo que otorga coherencia y sentido a los cambios propuestos por una fuerza política. Concluye que al abandonar la defensa apasionada de su propia ideología política histórica, los partidos de Chile Vamos no solo fallan en conectar con la mayoría de los ciudadanos –dirigiéndose solo a una minoría de tecnócratas–, sino que ponen en riesgo su propia existencia, especialmente en un contexto donde la hegemonía del liberalismo es desafiada por fuerzas “iliberales”. La columna, así, hace un llamado a la derecha a reencontrarse con sus principios y valores para proyectar una visión de futuro.