En una nueva jornada marcada por la intensificación del conflicto en la Franja de Gaza, un tanque del ejército israelí disparó contra las instalaciones de la Iglesia de la Sagrada Familia, parroquia católica ubicada en el barrio Zeitoun de la ciudad de Gaza, dejando al menos tres personas muertas, entre ellas una mujer de 84 años y un trabajador de 60, además de varios heridos.
El ataque ocurrió durante la madrugada, mientras más de 400 civiles —incluyendo personas mayores, niños, discapacitados y familias musulmanas— se refugiaban en el recinto, que funcionaba como albergue humanitario desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023.
Entre los heridos se encuentra el padre Gabriel Romanelli, sacerdote argentino y cercano al recientemente fallecido Papa Francisco. Romanelli había mantenido contacto diario con el Vaticano sobre la situación en Gaza. Según informes de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el ataque se produjo sin advertencia previa, destruyendo partes del complejo parroquial y generando pánico entre los refugiados.
El ejército israelí reconoció el bombardeo, alegando que se trataba de una operación dirigida contra “infraestructura de Hamás en las cercanías” y que lamentaban los “daños colaterales”. Sin embargo, diversos organismos internacionales y líderes políticos, incluyendo la Santa Sede, la presidenta italiana Giorgia Meloni y el expresidente estadounidense Donald Trump, condenaron el ataque y exigieron una investigación independiente.
La parroquia de la Sagrada Familia es el último templo católico operativo en Gaza y ha sido un punto clave de asistencia humanitaria durante los últimos nueve meses de guerra. Organizaciones cristianas y de derechos humanos han calificado el bombardeo como una “violación del derecho internacional humanitario”, recordando que los lugares de culto y los civiles deben estar protegidos durante conflictos armados.
Desde el inicio de la ofensiva israelí, más de 58 000 personas han muerto en Gaza, según fuentes locales, en su mayoría mujeres, niños y personas mayores. Más de mil mezquitas y varios centros religiosos cristianos han sido destruidos.
La comunidad internacional sigue exigiendo un alto al fuego inmediato y el respeto a los derechos fundamentales de la población civil palestina. El ataque a la iglesia ha reavivado el debate sobre los límites de la acción militar israelí y la necesidad de frenar lo que diversos analistas califican como una “estrategia de castigo colectivo”.