Una investigación de la Fiscalía Nacional reveló que redes del crimen organizado internacional operaron durante años en Chile utilizando identidades falsas, accediendo a cédulas de identidad emitidas con documentos adulterados e incluso con el aparente consentimiento pasivo —o cómplice— del propio Registro Civil. La noticia generó alarma en los medios, pero sobre todo preguntas incómodas que apuntan mucho más arriba que a un par de narcos extranjeros: ¿quién permitió esto? ¿quién lo facilitó? ¿quién se benefició?
No es solo crimen: es corrupción de Estado y mercado
Según los antecedentes expuestos por la prensa, las bandas accedieron a RUT chilenos mediante certificaciones supuestamente legales, que luego usaban para abrir cuentas bancarias, comprar vehículos, firmar contratos y mover dinero sin mayor control.
Esto no se logra sin complicidad institucional. La emisión de un RUT requiere validación por parte del Estado chileno, y el uso del sistema bancario y comercial necesita tolerancia de actores privados.
El crimen organizado no entra por la frontera: entra por la puerta giratoria de los sistemas financieros, las notarías y los funcionarios corruptos.
Que no te distraigan: esto no es un “problema migratorio”
Como era previsible, ciertos sectores políticos y mediáticos ya están aprovechando esta revelación para avivar el fuego del discurso xenófobo. Pero cuidado: este no es un problema de “inmigración ilegal”.
Esto es un problema de institucionalidad neoliberal sin control social.
- ¿Quién permite que cualquier persona saque un RUT sin verificación real?
- ¿Quién cobra comisiones por validar documentos en oficinas públicas o privadas?
- ¿Qué bancos aceptan mover millones sin preguntar el origen?
La verdadera mafia no cruza la frontera: se sienta en las oficinas con aire acondicionado.
¿Quién lava el dinero? El capital financiero
Las organizaciones criminales no se sostienen solo por su violencia, sino por su capacidad de mover dinero a través de canales legales, algo que no sería posible sin la colaboración de bancos, corredoras, empresas de autos, inmobiliarias y asesorías tributarias.
En otras palabras: el crimen organizado lava, pero el capital legal cobra comisión. Por esto es tan relevante la discusion sobre el levantamiento del secreto bancario a que tanto se resiste la derecha chilena.
Un sistema que castiga al pobre y blinda al narco de cuello blanco
Mientras miles de personas son acosadas por deudas pequeñas, fichadas por no pagar contribuciones o perseguidas por delitos menores, estas mafias operan con RUT legales, cuentas en el sistema bancario, y protección pasiva de un Estado incapaz de auditar su propia red institucional.
Y luego la culpa se descarga sobre la población migrante, como si el verdadero problema fueran los trabajadores precarizados que venden dulces en la calle o buscan arriendo en un país que los explota.
Conclusión: el crimen organizado es negocio, y el negocio necesita Estado
La existencia de RUT falsos emitidos desde dentro del aparato estatal no es una falla del sistema: es su consecuencia lógica. En una economía donde todo se transa, todo se vende y todo se terceriza, incluso la identidad legal se vuelve mercancía.
No es solo un tema de seguridad: es un tema de soberanía popular, de control social del Estado, y de poner fin al poder absoluto del capital financiero que se alimenta del narco como del retail.