En medio del debate por la eliminación del tope de indemnización por años de servicio y otros avances laborales, el empresariado chileno y sus voceros mediáticos han lanzado una ofensiva discursiva predecible: culpar al aumento de los “costos laborales” de los niveles de desempleo estructural que afectan al país. Sin embargo, desde una mirada critica, la columna publicada por CIPER y escrita por Fernando Villanueva Meolo, rompe ese consenso artificial y ofrece una mirada que no solo cuestiona los datos, sino que desenmascara la ideología de la patronal: precarizar para maximizar ganancia.
El viejo dogma: si mejoras tus derechos, destruyes tu empleo
La narrativa empresarial dice que si sube el sueldo mínimo, si se fortalece la negociación colectiva, si se limita la jornada laboral o se eliminan los topes a las indemnizaciones, entonces los empleadores “no contratarán” y aumentará el desempleo. Este chantaje no es nuevo. Es el guión eterno del capital, desde el siglo XIX: O aceptas tu miseria, o no tendrás trabajo.
Pero como muestran los autores de la columna, no hay evidencia sólida que respalde esta afirmación. Por el contrario: Chile es uno de los países con menor peso de los salarios en el PIB entre las economías OCDE; la productividad ha crecido más que los salarios, lo que significa que la explotación se ha intensificado; y la informalidad y el subempleo no son culpa del salario mínimo, sino del modelo económico extractivo y desindustrializado.
El desempleo como herramienta disciplinaria
Desde una mirada marxista, el desempleo no es un error del sistema: es una condición funcional al capital. Es lo que Marx llama el “ejército industrial de reserva”: una masa de trabajadores sin empleo formal que sirve para disciplinar a quienes sí lo tienen, obligándolos a aceptar condiciones precarias por miedo a perder su fuente de ingreso. La amenaza del desempleo es el látigo invisible del patrón.
Por eso, cada vez que se discute mejorar un derecho laboral, los empresarios responden con amenazas de despidos.
¿Costos laborales? ¿O derechos laborales?
El lenguaje tecnocrático no es neutro. Decir “costos laborales” es ocultar que estamos hablando de derechos básicos: Salario mínimo: el derecho a no morir de hambre si se trabaja; Indemnización: el derecho a no ser despedido como basura; Jornada laboral: el derecho a vivir más allá del trabajo.
Cuando los empresarios dicen que hay que “reducir costos laborales”, lo que realmente quieren decir es:
“Queremos ganar más pagando menos, es decir, seguir acumulando plusvalía sin obstáculos legales.”
Conclusión: defender derechos laborales no es una opción técnica, es una posición política
La columna de CIPER pone en evidencia el cinismo del gran capital chileno, que ha usufructuado décadas de crecimiento sin redistribución, y que ahora pretende culpar al trabajador por una crisis que ellos mismos han generado.
Desde el marxismo, debemos decir con claridad: El trabajo no es costo, es transferencia de valor; el desempleo no se combate con más flexibilidad, sino con planificación, inversión pública y propiedad social; y la dignidad del trabajador no puede seguir siendo la variable de ajuste de la burguesía chilena.
Porque cuando nos dicen “no hay empleo porque pides demasiado”, debemos responder: “no hay justicia porque ustedes lo tienen todo.”