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“Ya no hay justificación militar”: Luego de mas de un año de silencio cómplice, medios internacionales alzan la voz ante la hambruna en Gaza.

Jul 25, 2025
Foto El País

La ONU, con su habitual impotencia, y actores como Josep Borrell, representante de la Unión Europea, con su habitual hipocresía, advierten que Gaza vive bajo un régimen de castigo colectivo prohibido por los Convenios de Ginebra, sin embargo lo mas probables es que sigan sin hacer nada concreto mientras proveen a Israel de la arnas necesarias para terminar el trabajo.

Por Equipo El Despertar

En medio de un colapso humanitario sin precedentes, surge unánime la condena global hacia el Estado de Israel por utilizar el hambre como herramienta de guerra contra la población de Gaza. Más de 100 organizaciones humanitarias y gobiernos han denunciado que el bloqueo sistemático de alimentos, agua y medicamentos ya no puede justificarse en nombre de la seguridad, lo que denuda la complicidad de muchos que pretenden instalar la idea de que alguna vez se hubiera podido.

Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han denunciado que la restricción deliberada de ayuda humanitaria constituye un crimen de guerra, en tanto viola el derecho internacional al someter a una población civil a inanición como táctica militar Sin embargo, pocos se atreven a apuntar a los cómplices directos de estos crímenes: EEUU y las potencias Europeas agrupadas en la OTAN.

La ONU, con su habitual impotencia, y actores como Josep Borrell, representante de la Unión Europea, con su habitual hipocresía, advierten que Gaza vive bajo un régimen de castigo colectivo prohibido por los Convenios de Ginebra, sin embargo lo mas probables es que sigan sin hacer nada concreto mientras proveen a Israel de la arnas necesarias para terminar el trabajo.

Time, AP, BBC y Reuters, que durante meses blindaron a Israel asumiendo su narrativa imperial sobre el 7 de octubre, hoy documentan niveles críticos de malnutrición incluso entre periodistas, muchos de los cuales han perdido más de 30 kg y solo sobreviven con una comida diaria de lentejas.

El Guardian, otro cómplice del sionismo, revela que el número de muertes en puntos de distribución de alimentos supera el millar, ya sea por disparos israelíes o por condiciones caóticas impuestas durante la entrega.

Según AP News, al menos 48 personas, entre ellos 20 niños, han fallecido por inanición solo en julio de 2025, mientras que casi 100.000 mujeres y niños requieren tratamiento urgente por desnutrición severa.

La hambruna no responde a fallas logísticas ni a falta de convoyes. Es consecuencia directa de una política deliberada: bloqueo de ayuda, destrucción de infraestructura agrícola y bombardeo de centros de producción y distribución de alimentos El sistema impuesto por Israel, la llamada Gaza Humanitarian Foundation, ha sido denunciado como una iniciativa peligrosa y poco eficiente, diseñada para controlar políticamente la ayuda, no para salvar vidas.

Desde una lectura crítica, esta crisis refleja una lógica del capital bélico: El sufrimiento no puede ser interpretado como efecto colateral, sino como metodología de control y sometimiento, que convierte al hambre en arma estratégica. La protección del bloque capitalista occidental ha permitido que crímenes humanitarios se naturalicen, amparados en discursos de seguridad y en un supuesto derecho de la potencia colonial ocupante a defenderse de sus victimas. La reversión de estas políticas requiere romper no solo barreras físicas, sino estructuras de complicidad imperial y acumulación bélica.

La presión ya no puede limitarse a denuncias simbólicas. Las presiones contundentes incluyen implementar sanciones económicas y diplomáticas directas contra Israel; exigir el inmediato desmantelamiento del bloqueo y la apertura irrestricta de corredores humanitarios bajo organismos neutrales; activar mecanismos de justicia internacional, considerando órdenes de arresto contra Netanyahu y Galant por crímenes contra la humanidad relacionados con hambruna deliberada.

La crítica internacional no puede seguir en un plano simbólico, porque ya no sirve para nada. La hambruna no tiene justificación militar: es una estrategia política. Lo que hoy devasta a Gaza, mañana podría replicarse en cualquier territorio sometido al régimen del capital armado. Frente a esto, la resistencia debe ser global, moral y concreta.

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