Sáb. Ago 2nd, 2025

Corona se declara en quiebra: cuando el retail cae, lo que quiebra es el modelo entero.

Jul 29, 2025

Corona no era simplemente un proveedor de ropa barata. Era una máquina de financiarización popular.
Como todas las multitiendas del retail chileno —Paris, Ripley, La Polar, Falabella— su negocio no era la venta de bienes, sino la reproducción de deuda: Créditos rotativos disfrazados de “cuotas”, cobros abusivos y comisiones escondidas, precios inflados para consumidores sin otra opción de acceso; y tasa de interés efectiva superior al 30% anual en productos esenciales.

Por Equipo El Despertar

Este lunes, la multitienda Corona S.A. solicitó su propia liquidación voluntaria ante el 26º Juzgado Civil de Santiago. La firma, con 70 años de historia, 59 locales y más de 2.500 trabajadores, se acoge así al artículo 4° de la Ley de Reorganización y Liquidación de Empresas, cerrando uno de los últimos eslabones del retail de “clase media” que aún no era absorbido por los grandes consorcios.

La noticia fue presentada por los medios como un “ajuste”, una “consecuencia del entorno económico”, o una “decisión responsable”. Pero el marxismo no se deja engañar por eufemismos jurídicos: cuando una empresa como Corona quiebra, no se hunde una marca, se derrumba un andamio entero del fetiche del consumo capitalista.

Corona no era simplemente un proveedor de ropa barata. Era una máquina de financiarización popular.
Como todas las multitiendas del retail chileno —Paris, Ripley, La Polar, Falabella— su negocio no era la venta de bienes, sino la reproducción de deuda: Créditos rotativos disfrazados de “cuotas”, cobros abusivos y comisiones escondidas, precios inflados para consumidores sin otra opción de acceso; y tasa de interés efectiva superior al 30% anual en productos esenciales.

En otras palabras: vivía de exprimir a los pobres que no calificaban para endeudarse en bancos. Y ahora que esos pobres no pueden seguir pagando, porque están desempleados, precarizados, o simplemente agotados, la empresa abandona el barco con protección legal.

Corona tenía más de 2.500 trabajadores, la mayoría de ellos en condiciones de subcontratación, part-time o contratos flexibles. Con la liquidación, quedan sin indemnización inmediata, en espera del proceso judicial; y al final de la fila de los acreedores.

Porque en el capitalismo, los acreedores financieros (bancos, fondos) cobran primero. Y los trabajadores, que generaron el valor real, se van con las manos vacías. Esto no es accidente. Es ley de hierro del capital.

La caída de Corona no es un hecho aislado. En los últimos tres años han quebrado o reducido operaciones empresas como Abcdin, Dijon, Johnson’s, Hites. Todas ellas sostenían el espejismo de una clase media que en realidad vivía endeudada para acceder a una mínima porción del consumo capitalista: sin aumentos salariales reales; sin derechos sociales garantizados; y sin propiedad colectiva de los medios de producción.

Ahora que el sobreendeudamiento ya no puede estirarse más, el sistema empieza a tragarse a sus intermediarios. El retail cae, y con él cae la fantasía neoliberal de la inclusión vía tarjeta.

La caída de Corona es otra señal del agotamiento del modelo chileno de capitalismo popularizado vía deuda. Un modelo donde el trabajo vale poco, el capital especulativo decide todo, y el consumo funciona como sustituto de la dignidad.

La pregunta no es quién absorberá sus locales. La pregunta es: ¿Cuánto más puede durar este orden cuando ya ni las migajas alcanzan?

Como escribió Marx en El Capital: “El capital se reproduce no solo por explotar al trabajador, sino también por devorar sus propias formas de circulación.”

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