Sáb. Ago 2nd, 2025

Israel asesina a Awdah Hathaleen: cuando el colono dispara, es el aparato del Estado sionista el que aprieta el gatillo

Jul 29, 2025
Foto Resumen Latinoamericano

Awdah Hathaleen no solo era activista. Era una voz moral y política del pueblo palestino, proveniente de una familia de pastores beduinos expulsados desde 1948. En su documental premiado, denunció la limpieza étnica, la demolición de casas, la vida bajo checkpoints y la brutalidad cotidiana del apartheid israelí.

Por: Equipo El Despertar

El activista y cineasta palestino Awdah Hathaleen, figura clave del movimiento de resistencia civil en Cisjordania, fue asesinado este lunes por un colono israelí armado, en las afueras de la aldea de Umm al-Khair, en el distrito de Hebrón. Su crimen ocurre solo meses después de que su documental No hay otra tierra (No Other Land), codirigido con el periodista israelí Yuval Abraham, ganara el Óscar como Mejor Documental.

El asesinato de Hathaleen no fue un accidente, ni una provocación individual. Fue un acto coherente con el sistema colonial, supremacista y genocida que Israel sostiene en los territorios ocupados, con la complicidad de Estados Unidos, Europa y buena parte del bloque capitalista occidental.

Awdah Hathaleen no solo era activista. Era una voz moral y política del pueblo palestino, proveniente de una familia de pastores beduinos expulsados desde 1948. En su documental premiado, denunció la limpieza étnica, la demolición de casas, la vida bajo checkpoints y la brutalidad cotidiana del apartheid israelí.

Ganar un Óscar no lo salvó, al contrario: lo convirtió en blanco. Israel no tolera palestinos que hablen en inglés y con cámara. Quiere palestinos humillados, callados o muertos. Como escribió Frantz Fanon: “El colonialismo no se contenta con saquear la tierra. Quiere destruir el alma del colonizado.” Y Hathaleen era alma viva de su pueblo.

El asesino no es un “civil armado”, como dirán los medios oficiales. Es parte de la fuerza de choque del proyecto sionista de colonización y exterminio. Los colonos israelíes reciben armas del Estado, tienen respaldo legal para disparar contra palestinos, cuentan con protección del ejército, y operan con total impunidad en territorios robados. Su función es clara: hostigar, expulsar, aterrorizar. Y cuando matan, el Estado los absuelve. Porque en Israel, la vida palestina no tiene valor jurídico ni político. Tras el crimen, no hubo condena oficial del gobierno israelí. Tampoco de Washington, ni de la Unión Europea, ni de los organismos multilaterales que hablan de “dos partes” como si hubiera simetría.

Lo que hubo fue más arrestos masivos en Cisjordania, más demoliciones, y más silencio internacional. La prensa hegemónica dirá que fue un “incidente” o una “escalada”. Pero no es escalada. Es el sistema, es la ocupación. Un sistema colonial genocida, con licencia global para matar.

El asesinato de Awdah Hathaleen es la expresión más cruda del régimen de ocupación israelí: Si no te pueden expulsar, te encarcelan. Si no te pueden encarcelar, te disparan. Y si cuentas lo que pasa, te conviertes en amenaza existencial.

Por eso lo mataron. Porque su voz atravesaba los muros. Porque no pedía limosna. Exigía justicia. Como dijo Edward Said: “La tarea del intelectual no es alinearse con el poder, sino con la verdad.” Y eso hizo Hathaleen hasta el final. Hoy, su muerte se suma a la memoria viva de una lucha que no podrán exterminar.

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