Es la primera vez que Francia encabeza un llamado conjunto con 14 aliados para avanzar hacia el reconocimiento formal del Estado Palestino. El presidente Macron anunció que lo hará en septiembre, junto al Reino Unido si Israel no acepta condiciones mínimas como el cese al fuego y la desmilitarización de Cisjordania. Australia se sumó oficialmente, afirmando que el reconocimiento se ve ahora como una cuestión de “cuándo y no si”, vinculándolo a un movimiento global estratégico por la paz regional.
Por: Equipo El Despertar
En el marco de la conferencia de la ONU (28‑29 de julio) para impulsar la solución de dos Estados y poner fin a la guerra genocida en Gaza, los cancilleres de 15 países occidentales lanzaron la “New York Call”, una declaración que insta a todas las naciones que aún no lo han hecho a reconocer formalmente al Estado de Palestina. En la lista figuran Francia, Australia, Canadá, Finlandia, Nueva Zelanda, Irlanda, España, Noruega, Portugal, Malta, Andorra, Luxemburgo, San Marino, Eslovenia e Islandia.
El presidente Mahmoud Abbas agradeció públicamente esta iniciativa, considerándola un paso histórico en momentos en que la solidaridad diplomática con Palestina se vuelve imperativa frente a la escalada ofensiva israelí. Aunque no todos los firmantes han reconocido aún formalmente a Palestina, la declaración expresa su voluntad o disposición positiva, marcando una línea clara frente al silencio de potencias como EE.UU. e Israel.
Es la primera vez que Francia encabeza un llamado conjunto con 14 aliados para avanzar hacia el reconocimiento formal del Estado Palestino. El presidente Macron anunció que lo hará en septiembre, junto al Reino Unido si Israel no acepta condiciones mínimas como el cese al fuego y la desmilitarización de Cisjordania. Australia se sumó oficialmente, afirmando que el reconocimiento se ve ahora como una cuestión de “cuándo y no si”, vinculándolo a un movimiento global estratégico por la paz regional.
Desde una interpretación anticolonial y de justicia internacional: Esta declaración representa una ruptura diplomática frente a siglos de hegemonía estadounidense e israelí, que utilizaron su veto en la ONU para evitar el reconocimiento global de un Estado palestino. El movimiento apuesta por dinamitar el monopolio moral del conflicto, presionando por reconocer soberanía palestina mientras Israel mantiene un bloqueo y una ocupación sostenida. Se articula en torno al plan anunciado en la Declaración de Nueva York (New York Declaration) que pide retirada israelí, unificación de Gaza y Cisjordania, reforma de la Autoridad Palestina y reconstrucción humanitaria presidida por ONU y donantes.
La declaración suma una señal de deslegitimación del silencio occidental: ya no basta con condenas simbólicas, se requiere un reconocimiento político con consecuencias. Si realmente se cumple, EE.UU. y otros países aliados enfrentarán presión creciente para seguir este ejemplo; el vacío político que crea Israel en Gaza está siendo ocupado por la diplomacia del Sur global y aliados europeos. Potenciales reconocimientos, como los anunciados por Malta en septiembre, abren la puerta a una cadena diplomática que redefine el mapa político internacional.
La revolución internacionalista que se alza desde Francia, Australia, Canadá y otras naciones no es un gesto menor: es una afirmación de soberanía palestina desde abajo, una apuesta por justicia material y una condena al colonialismo israelí. No es neutralidad: es reconocimiento del derecho histórico de un pueblo a existir como Estado independiente.
Queda por ver si la presión se convierte en diplomacia efectiva o se estanca en declaraciones simbólicas. La fuerza real estará en persistir hasta transformar esta llamada declaratoria en actos reales de reconocimiento, sanción al apartheid y descolonización.
¿Será este el momento en que el campo diplomático deje de ser cómplice del crimen? El tiempo y la presión internacional lo dirán.