Mar. Ago 5th, 2025

La propuesta que Europa presenta como paz es en realidad la gestión colonial de Palestina

Ago 5, 2025

La llamada “conferencia sobre la solución de dos Estados” no es una iniciativa de paz, sino el entierro oficial de una ilusión política superada por la realidad. Presentada como fórmula de convivencia, esta idea no constituye un proyecto de liberación, sino la prolongación administrativa de una tragedia colonial que lleva más de siete décadas.

Europa, incluida Francia, puede ahora reconocer teóricamente un “Estado palestino”, pero en la práctica financia proyectos de coexistencia con la ocupación, financia la guerra, recordemos que fue la madre de la bomba nuclear, y elude cualquier medida real contra los asentamientos ilegales, el asedio criminal o el genocidio en curso.

El pueblo palestino no reclama palabras vacías, sino el reconocimiento de un Estado soberano e independiente, el fin inmediato de la ocupación y la ruptura de las alianzas coloniales occidentales con el régimen de apartheid israelí. La verdadera solución comienza cambiando el equilibrio de fuerzas sobre el terreno.

Para la mayoría de los palestinos, especialmente la nueva generación, la “solución de dos Estados” se ha convertido en una trampa política. ¿Cómo hablar de paz cuando existen planes de anexión, limpieza étnica y expansión colonial, con más de 700 000 colonos en Cisjordania y un muro que fragmenta familias y vidas?

El pueblo palestino no exige una entidad simbólica subordinada a la soberanía israelí, sino liberación real, derecho al retorno y justicia histórica. La causa ya no es solo un reconocimiento simbólico: es la lucha por la justicia y por el desmantelamiento de un sistema de apartheid que, como en Sudáfrica, debe desaparecer.

La Organización para la Liberación de Palestina nació de la experiencia de resistencia nacional y sigue siendo la base legítima de la acción colectiva. Pero la alternativa no puede ser un acuerdo prefabricado que imponga la “paz a cambio de sumisión”.

La única salida real es el desmantelamiento completo del sistema colonial, reconociendo que Israel no es un Estado democrático sino un régimen de ocupación y apartheid. La única solución que implica de verdad una opción de justicia plena es un solo Estado democrático en toda la Palestina histórica, donde todos y todas tengan igualdad sin discriminación religiosa o étnica. Esa es la única alternativa que ofrece al pueblo palestino una opción mínima de liberación, un marco político que devuelva al pueblo palestino la capacidad de decidir su futuro sin imposiciones coloniales.

Hoy, Palestina es un espejo para la humanidad, muestra la tensión entre el derecho internacional y la fuerza de las armas, entre la víctima y la propaganda imperialista. Apoyar a Palestina no es un gesto caritativo, sino una prueba de conciencia y compromiso político.

Si Palestina cae, caerán también las normas internacionales y la justicia global. Desde París a Gaza, la batalla es una sola: contra el fascismo, el nuevo racismo y la herencia colonial que aún oprime a los pueblos.

No pedimos solidaridad emocional, sino compromiso político y moral. La izquierda internacional debe recuperar un lenguaje radical que llame las cosas por su nombre: en Palestina no hay “conflicto”, hay colonialismo y genocidio. Y ante el genocidio, no hay negociación ni neutralidad posible.

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