La comunidad internacional ha expresado su rechazo. China, Francia, Sudáfrica y varios países latinoamericanos han exigido el cese inmediato de la ofensiva y el levantamiento del bloqueo que mantiene a más de dos millones de personas en condiciones de crisis humanitaria. Incluso aliados históricos de Israel han mostrado preocupación por el riesgo de que la ocupación definitiva cierre cualquier vía a la solución de dos Estados.
Por Equipo El Despertar
Pese a las múltiples condenas de gobiernos y organismos internacionales, Israel, el niño mimado de la comunidad internacional, confirmó este domingo que seguirá adelante con su nuevo plan militar para la Franja de Gaza, el cual implica controlar de forma permanente todo el territorio y mantener una presencia militar establecida. La decisión, anunciada por el primer ministro, prófugo de la justicia internacional, Benjamín Netanyahu, ha sido denunciada como un acto de anexión ilegal y un paso más en la profundización de la ocupación.
Según la potencia ocupante, la medida busca “garantizar la seguridad” frente a lo que califica como amenazas de Hamas y otros grupos armados palestinos. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos advierten que se trata de una estrategia de desplazamiento forzoso y colonización, que viola el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
La comunidad internacional ha expresado su rechazo. China, Francia, Sudáfrica y varios países latinoamericanos han exigido el cese inmediato de la ofensiva y el levantamiento del bloqueo que mantiene a más de dos millones de personas en condiciones de crisis humanitaria. Incluso aliados históricos de Israel han mostrado preocupación por el riesgo de que la ocupación definitiva cierre cualquier vía a la solución de dos Estados.
En Gaza, la situación humanitaria se agrava cada hora: la infraestructura básica está colapsada, el acceso al agua y a la electricidad es mínimo y la asistencia médica es prácticamente inexistente. La ONU ha reiterado que más del 80% de la población se encuentra desplazada internamente, muchas veces en refugios improvisados bajo bombardeos constantes.
El plan de Netanyahu consolida un escenario de guerra indefinida y de dominación total sobre el pueblo palestino, reduciendo la discusión sobre la paz a un formalismo vacío. Para gran parte de la comunidad internacional y los movimientos de solidaridad, esta política equivale a institucionalizar el apartheid y el despojo en uno de los territorios más asediados del planeta.