Aunque tremendamente funcional al objetivo final de la extrema derecha, de asegurar un triunfo holgado en segunda vuelta, la irrupción de Kaiser tensiona aún más el mapa de la derecha en las elecciones presidenciales, al sumar una tercera opción que podría fragmentar el voto conservador. Analistas advierten que su presencia en la papeleta puede favorecer indirectamente a otros sectores políticos, pero también podría movilizar a un electorado que comparte sus posiciones extremas y que no se siente representado por Kast o Matthei.
El diputado Johannes Kaiser, exmilitante del Partido Republicano, inscribió oficialmente este jueves su candidatura presidencial independiente, respaldado por un grupo de adherentes que lo acompaña en su ruptura con la derecha tradicional. El acto, realizado en el Servicio Electoral (Servel), confirma su intención de sumar parte de la base social que siente indignación por su situación actual, al electorado que se reparten hoy entre José Antonio Kast y Evelyn Matthei, de cara a la segunda vuelta electoral.
Kaiser, conocido por sus declaraciones polémicas y por un discurso abiertamente antiinmigración y conservador en materias sociales, planteó que su campaña se centrará en seguridad, reducción del tamaño del Estado y “recuperación de la soberanía”, conceptos que ha vinculado a un endurecimiento de la política migratoria y a un recorte drástico de programas sociales.
El diputado ha sido recientemente objeto de controversia por sus dichos sobre temas de género, memoria histórica y derechos humanos, lo que le ha valido denuncias ante el Servel por parte de organizaciones de la sociedad civil. Pese a ello, Kaiser asegura que su candidatura busca “romper con la corrección política” y representar a quienes se sienten desencantados tanto con la derecha tradicional como con el progresismo.
En palabras de Karl Marx, “en épocas de crisis, surgen personajes que encarnan las aspiraciones más retrógradas de la sociedad, dándoles una forma política”. Así, la candidatura de Kaiser puede leerse como un intento de canalizar, en clave electoral, el miedo y el descontento hacia un proyecto de orden autoritario y reversión de avances sociales.
Aunque tremendamente funcional al objetivo final de la extrema derecha, de asegurar un triunfo holgado en segunda vuelta, la irrupción de Kaiser tensiona aún más el mapa de la derecha en las elecciones presidenciales, al sumar una tercera opción que podría fragmentar el voto conservador. Analistas advierten que su presencia en la papeleta puede favorecer indirectamente a otros sectores políticos, pero también podría movilizar a un electorado que comparte sus posiciones extremas y que no se siente representado por Kast o Matthei.
Con la inscripción oficial, Kaiser entra de lleno en la carrera presidencial, apostando por convertir su figura mediática y su discurso provocador en capital político. El desafío será transformar esa visibilidad en votos suficientes en un escenario donde la derecha compite entre sí por quién encarna con mayor pureza la agenda de orden, conservadurismo y mano dura.