Vie. Sep 12th, 2025

El nocaut de Patito Verde al comodín PPD

Sep 10, 2025

Vidal, con su olfato político habitual, recogió el guante. Ex vocero de gobierno, ex subsecretario, ex ministro de Defensa e Interior, ex candidato a alcalde, ex director de Banco Estado, y hoy ex presidente de TVN, supo ver la oportunidad: renunciar en el momento exacto.

Por Víctor Gómez L.

La renuncia de Francisco Vidal a la presidencia del directorio de TVN no fue un hecho aislado ni casual. Se produjo apenas días después de que Chilevisión, en un reportaje del periodista Nicolás Sepúlveda, revelara la existencia de una red de bots vinculados a José Antonio Kast, diseñada para hostigar virtualmente a quienes osaran criticar al líder republicano.

En el centro del entramado aparecía el periodista Patricio Góngora Torreblanca, más conocido en redes sociales como Patito Verde, quien tras el destape abandonó su cargo como director de Canal 13, provocando un golpe bajo a la marca televisiva de Andrónico Luksic. El impacto fue inmediato: JAK, acorralado por la revelación, desvió la atención acusando a Vidal de ser un “bot” de la candidata Jeannette Jara, cuestionando su idoneidad para encabezar el directorio del canal público.

Vidal, con su olfato político habitual, recogió el guante. Ex vocero de gobierno, ex subsecretario, ex ministro de Defensa e Interior, ex candidato a alcalde, ex director de Banco Estado, y hoy ex presidente de TVN, supo ver la oportunidad: renunciar en el momento exacto.

La salida de Vidal se da en un escenario desolador. TVN arrastra deudas que fluctúan entre 75 y 80 mil millones de pesos, cerró 2024 con pérdidas por más de 18 mil millones y sobrevive solo gracias al auxilio del Estado. Las audiencias, por su parte, han dado la espalda a su programación.

Para ser justos, la crisis no es exclusiva de Vidal. El canal ha sido administrado por una larga lista de directores inexpertos, designados por cuoteo político, que poco y nada entendían de la industria televisiva. Así, la estación estatal se hundió en un modelo inviable desde su origen: la Ley 19.132 de 1992, un híbrido de la transición que obligó a TVN a competir en igualdad de condiciones con privados y, al mismo tiempo, a regirse por un directorio corporativo repartido entre partidos políticos que pactaron con Pinochet.

El resultado fue previsible: un canal incapaz de diferenciarse, atrapado en la lógica del cuoteo y sin autonomía real. En los 90 vivió un auge gracias a teleseries, eventos deportivos y culturales, pero no resistió el fin de la Concertación ni la irrupción de las redes sociales, las plataformas digitales y el cambio radical de las audiencias.

TVN perdió el norte. Su área de investigación periodística carece de independencia y sus programas de actualidad replican el mismo esquema de paneles políticos, sin diversidad de miradas ni voces disidentes. El caso del periodista Raúl Gamboni, desvinculado luego de registrar imágenes de militares que seguían a la jueza Romy Rutherford, es ilustrativo: el reportaje nunca salió al aire.

Tampoco fue TVN el que destapó los escándalos recientes que marcaron la agenda nacional. El caso Democracia Viva que implicó a militantes del Frente Amplio lo reveló Timeline de Antofagasta; la corrupción político-empresarial-judicial revelada en los audios de Luis Hermosilla los difundió Ciper; y la red de Patito Verde la expuso Chilevisión. Mientras tanto, el canal estatal sigue ofreciendo una programación anodina y paneles que reproducen la lógica de partidos desprestigiados.

Ni siquiera en el interior de TVN se reconocieron avances durante la gestión de Vidal. Sindicatos y funcionarios veteranos coinciden en que no hubo cambios de fondo ni un proyecto renovador para la televisión pública como se esperaba del gobierno de Gabriel Boric. El diagnóstico lo reforzaron voces externas: el zar de las teleseries Vicente Sabatani sentenció que “TVN no existe” y que este gobierno “nunca tuvo un proyecto para el canal”; la candidata presidencial Evelyn Matthei lo calificó de “pésimo”; y hasta Marco Enríquez-Ominami ironizó en pantalla comparando la crisis del canal con la insistencia de sus propias candidaturas.

En este escenario, la renuncia de Vidal no es un acto de dignidad, sino un retiro estratégico antes del naufragio definitivo. La ley de 1992 es la condena de muerte de TVN en una era dominada por la IA, el streaming y la multiplicidad de contenidos.

Patito Verde, por su parte, hoy enfrenta el costo de la exposición de su conspirativa red digital. Pero no tanto: ya logró que su caída arrastrara al “comodín” PPD, ese político que sabe de todo y de nada, pero siempre sobrevive. Y sonríe, porque sabe que, si JAK triunfa en diciembre, el pretexto para privatizar TVN estará servido en bandeja: la inoperancia de Francisco Vidal en medio de la debacle del canal público.

Un nocaut inesperado de Patito Verde, pero funcional al proyecto mediático de la ultraderecha.

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