Vie. Sep 12th, 2025

Francia joven contra la austeridad: cuando la escuela se convierte en piquete

Sep 11, 2025
Foto EFE

¿Qué se impugna? La traslación del ajuste a quienes menos tienen margen: becas que no cubren la vida, comedores con cupos reducidos, tasas y tarifas al alza, universidades que externalizan costos a estudiantes y familias. La austeridad, presentada como neutralidad contable, es política de clase: recorta reproducción social y preserva rentas y exenciones de arriba. Samir Amin describió esta coreografía como “ajuste permanente” de la periferia… y también del “interior periférico” en el corazón europeo.

Por Equipo El Despertar

Francia volvió a amanecer con portones encadenados, contenedores atravesados y campus bloqueados. Bajo la consigna “Bloquons tout” (Bloqueemos todo), decenas de miles de estudiantes de secundaria, universitarios y jóvenes profesionales multiplicaron los cierres de institutos y facultades contra el plan de austeridad presupuestaria para 2026. La jornada siguió a las cerca de 200.000 personas movilizadas el día anterior y mostró un dato político: la generación que pagó inflación, alquileres imposibles y becas que no alcanzan decidió dejar los pupitres para ocupar la calle.

La respuesta estatal fue de manual: prefecturas y policía despejando accesos —de Sciences Po a Reims—, cargas en Tours y detenciones puntuales. El mensaje es inequívoco: el “derecho a estudiar” vale mientras no estorbe el derecho del gobierno a recortar. No hablamos de orden público; hablamos de disciplinamiento. Marx lo dijo sin rodeos: “La violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva” (El Capital, t. I, Obras Escogidas, Progreso, 1980). Cuando crujen los presupuestos, también crujen los porras.

¿Qué se impugna? La traslación del ajuste a quienes menos tienen margen: becas que no cubren la vida, comedores con cupos reducidos, tasas y tarifas al alza, universidades que externalizan costos a estudiantes y familias. La austeridad, presentada como neutralidad contable, es política de clase: recorta reproducción social y preserva rentas y exenciones de arriba. Samir Amin describió esta coreografía como “ajuste permanente” de la periferia… y también del “interior periférico” en el corazón europeo.

En los piquetes se mezclan reclamos económicos y ecológicos: poder adquisitivo y crisis climática. No es casual: el mismo presupuesto que regatea becas financia infraestructuras fósiles y contratos con grandes energéticas. Enex y compañía hacen caja; la juventud respira humo y paga combustible. Aquí encaja la advertencia de Silvia Federici: cuando el capital aprieta, descarga el costo de la reproducción de la vida sobre hogares y, en particular, sobre las mujeres. La universidad “de excelencia” se sostiene con precariedad cotidiana.

El gobierno y sus expertos intentan patologizar la protesta: “jóvenes influenciables”, “riesgo de violencia”, “bloqueos minoritarios”. Viejo recurso hegemónico: convertir el conflicto social en desorden juvenil. Gramsci lo habría reconocido al instante: cuando el consenso se agrieta, el aparato apela a la coerción y al moralismo. Pero los números —decenas de miles y un movimiento que se rejuvenece— exhiben lo contrario: politización acelerada de una generación que no compra el mantra del “no hay alternativa”.

“Bloqueemos todo” no es solo un eslogan: es táctica de poder. Si la producción y los servicios dependen de escuelas abiertas, trenes, universidades y logística urbana, bloquear es traducir malestar en poder de veto. Por eso la policía llega temprano y en tropa; por eso el gobierno invoca el derecho al tránsito: el capital se asfixia cuando la circulación se frena. David Harvey lo explicó con precisión: la acumulación requiere flujo; la lucha, a veces, consiste en interrumpirlo.

La pregunta inmediata es si el estudiantado enlazará su pulso con sindicatos, sanitarios, trabajadores precarios y clima. Si ocurre, la austeridad 2026 deja de ser un PDF y se convierte en campo de batalla. Rosa Luxemburg lo planteó como disyuntiva estratégica —reforma o revolución—; hoy puede leerse así: o el ajuste vuelve a las élites que lo provocaron, o las mayorías seguirán financiando crisis ajenas. En Francia, la juventud ya eligió el verbo: bloquear.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *