Lun. Sep 29th, 2025

Elecciones en Nueva York: cae Adams, se ordena el tablero y la ciudad vuelve a elegir entre renta y vida

Sep 29, 2025
Foto PBS

La renuncia es menos misterio que síntoma. Adams, rostro del “law & order” municipal, nunca consiguió transformar su retórica en mejoras materiales para quienes madrugan el metro ni para quienes pagan arriendos astronómicos. Que cierre la puerta acusando a los “salvadores” de querer “destruir sistemas” es revelador: cuando un aparato deja a medio millón lidiando entre renta y comida, no es sistema social, es modelo de negocio. Marx y Engels lo escribieron sin maquillaje: “El Estado moderno no es sino el comité que administra los negocios comunes de la burguesía” (Obras Escogidas, Progreso, 1980). Ese comité, en NYC, tiene dirección inmobiliaria.

Por Equpo El Despertar

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, se bajó de la reelección a semanas de los comicios del 4 de noviembre, según EFE. Su salida despeja el duelo entre el socialista Zohran Mamdani y el exgobernador Andrew Cuomo, ahora postulando como independiente. Las últimas encuestas, siempre volátiles, ya lo relegaban al cuarto lugar; Adams eligió cerrar con un video y una advertencia conservadora: “Desconfiemos de los que quieren destruir los sistemas que construimos”, dijo, en defensa de un orden que llamará “estabilidad” y que las mayorías conocen como vida cara, deuda y policía.

La renuncia es menos misterio que síntoma. Adams, rostro del “law & order” municipal, nunca consiguió transformar su retórica en mejoras materiales para quienes madrugan el metro ni para quienes pagan arriendos astronómicos. Que cierre la puerta acusando a los “salvadores” de querer “destruir sistemas” es revelador: cuando un aparato deja a medio millón lidiando entre renta y comida, no es sistema social, es modelo de negocio. Marx y Engels lo escribieron sin maquillaje: “El Estado moderno no es sino el comité que administra los negocios comunes de la burguesía” (Obras Escogidas, Progreso, 1980). Ese comité, en NYC, tiene dirección inmobiliaria.

La candidatura de Mamdani condensa la insurgencia de barrio que viene creciendo: inquilinos organizados, jóvenes precarizados, migrantes, el sindicalismo que volvió a las calles. Su eje —vivienda como derecho, transporte y cuidados por encima de la represión como política social— no es una utopía importada: es lo que exigen los números de una ciudad donde la urbanización del capital convierte cada esquina en renta. David Harvey lo definió hace años: la ciudad es la máquina de absorción de excedentes; si no se le pone freno democrático, devora la vida.

El retorno de Cuomo como “independiente” es la otra cara del mismo orden. Independiente de ¿quién? No de los bonistas, no del real estate, no de los medios que moldean sentido común. Su oferta promete eficacia y templanza: el gestor que “no destruye sistemas”. Eso, en lenguaje de clase, se llama garantizar flujos: deuda pagada a tiempo, inversiones a salvo, policía bien financiada, vivienda pública en cuotas insuficientes. Gramsci lo diría así: el centro “moderado” recompone hegemonía integrando demandas sin tocar el núcleo de la acumulación.

La disputa es material, no estética. Cada dólar que va a policía y cárceles es un dólar que no va a salud mental, refugios, arriendo justo. Angela Davis dejó la brújula: “Las prisiones no hacen desaparecer los problemas sociales; hacen desaparecer a las personas.” Nueva York conoce la ecuación: “seguridad” se invoca para barrer pobreza de la vista, mientras se la reproduce con alquileres, gentrificación y recortes. El “sistema” que Adams defiende vive de esa rueda.

La frase del alcalde, “no destruyan los sistemas”, es un truco gastado: confundir instituciones con arreglos de poder. Modificar zonificaciones para frenar la especulación, congelar arriendos, crear parques de vivienda social, tasar vacancia y gravar fortunas urbanas no destruye nada noble: democratiza la ciudad. Si eso incomoda a fondos, bancos y developers, es porque pierden privilegios, no porque se acabe la civilización.

Lo que decida NYC no se agota en el voto. Si Mamdani gana, tendrá enfrente a calificadoras, lobbies y jueces; si pierde, la agenda seguirá latiendo en inquilinos y trabajadores. Rosa Luxemburg lo puso en binario: reforma o barbarie. Reforma, aquí, significa presupuesto para la vida y poder para quienes la sostienen. Barbarie es lo de siempre: renta por encima de personas.

Una última lección de Mariátegui: “No queremos calcos ni copias, sino creación heroica.” Nueva York no necesita replicar experimentos ajenos, sino inventar su propio modo de desmercantilizar la ciudad. Que la campaña se ordene sin Adams solo despeja el mapa: ahora la pelea es a cielo abierto, entre los que viven de la ciudad y los que viven de la ciudad, y la exprimen.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *