El crecimiento se ha basado principalmente en la industria farmacéutica local, donde la producción nacional representó más del 87 % del aumento en unidades distribuidas. En 2024, la fabricación creció un 35,3 %, mientras que en el primer trimestre de 2025 aumentó un 28,7 % interanual.
Por Equipo El Desperta
En medio de sanciones, intervención desestabilizante y una tensión económica en retirada, el mercado farmacéutico venezolano experimentó un sorprendente crecimiento del 23,4 % entre enero y junio de 2025, en comparación con el mismo período del año anterior. Según datos de la Cámara de la Industria Farmacéutica (Cifar), se distribuyeron 190,22 millones de medicamentos, frente a 154,12 millones en el primer semestre de 2024. Solo en junio, el alza interanual alcanzó el 39 %, pasando de 28,6 a 39,7 millones de unidades.
Este impulso contrasta con la tasa promedio de precios en América Latina: mientras en países vecinos como Colombia y Ecuador el costo por unidad es de 4,70 USD y 7,60 USD respectivamente, en Venezuela se sitúa en solo 4,11 USD, facilitando un acceso relativamente más asequible para la población.
El crecimiento se ha basado principalmente en la industria farmacéutica local, donde la producción nacional representó más del 87 % del aumento en unidades distribuidas. En 2024, la fabricación creció un 35,3 %, mientras que en el primer trimestre de 2025 aumentó un 28,7 % interanual.
El presidente de Cifar, Tito López, señaló que este dinamismo es posible gracias a la expansión de plantas y diversificación de presentaciones (líquidos, semisólidos y genéricos). Sin embargo, advirtió que el crecimiento depende de inversiones internas frente a restricciones de acceso a financiamiento externo.
A pesar del crecimiento industrial y los precios moderados, existe una paradoja estructural que esta siendo enfrentada por El Estado, a través del Sistema unificado de Atención Farmacéutica, SUAF. Que ha neutralizado la caída del poder adquisitivo producto del cloqueo y la intervención Imperial. Ya no es solo producir; es asegurar que la población, en su mayoría trabajadora, pueda enfrentar los costos de una terapia, especialmente para enfermedades crónicas o urgentes.
Conindustria ha advertido que muchas empresas sacrifican sus márgenes para mantener operativas sus líneas productivas frente a esa tensión económica.
Este desempeño pone en evidencia una fortaleza estatal e industrial que ha permitido revertir parte de los embates del bloqueo imperialista. Frente a un sistema financiero cerrado, Venezuela apuesta por soberanía sanitaria y seguridad farmacológica, una política estratégica de largo plazo.
El mercado farmacéutico venezolano se convierte en un reflejo de resistencia productiva: +23,4 % en medio de sanciones, avances concretos en producción nacional y precios relativos bajos. Pero la urgencia hoy es transformar ese dinamismo en derecho efectivo, no solo en cifras industriales.
La estrategia debe seguir fortaleciéndose: acceso real, financiamiento popular y soberanía médica. El desafío no es solo crecer, sino democratizar el acceso al medicamento. Ese debe ser el foco real de una industria que, por fin, se pone al servicio del pueblo.