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Tras tragedia en El Teniente, expertos piden “automatizar” la minería: ¿seguridad laboral o despojo de empleos?

Ago 9, 2025
Foto Tecnología Minera

El problema es que esta transformación tecnológica, bajo la lógica del actual modelo extractivista, no se concibe como una transición justa que garantice la reconversión y estabilidad laboral de quienes hoy trabajan en las minas. Por el contrario, en los países donde se ha implementado, la automatización ha sido utilizada para despedir trabajadores, aumentar la intensidad productiva y reducir costos salariales, mientras se mantienen o incrementan los ritmos de extracción para abastecer el mercado mundial de commodities.

Por Equipo El Despertar

A días del derrumbe que provocó la muerte de seis trabajadores subcontratados en la mina El Teniente, voces del mundo académico y empresarial han comenzado a instalar la idea de avanzar en la automatización masiva de la minería como respuesta para “reducir riesgos laborales”. El planteamiento, que en apariencia apunta a la seguridad de las faenas, abre sin embargo un debate de fondo: ¿es la tecnología una herramienta para proteger la vida de los mineros o una vía para reducir costos y desplazar mano de obra?

Uno de los promotores de esta idea es el académico de la Universidad de Chile y experto en minería, Juan Carlos Guajardo, quien señaló que “la automatización en los procesos de extracción, transporte y procesamiento puede disminuir la exposición de los trabajadores a zonas de alto riesgo”. Sus declaraciones se suman a una tendencia global en la industria, donde las grandes mineras, estatales y privadas, han invertido miles de millones en sistemas autónomos para maquinaria y control remoto de operaciones.

El problema es que esta transformación tecnológica, bajo la lógica del actual modelo extractivista, no se concibe como una transición justa que garantice la reconversión y estabilidad laboral de quienes hoy trabajan en las minas. Por el contrario, en los países donde se ha implementado, la automatización ha sido utilizada para despedir trabajadores, aumentar la intensidad productiva y reducir costos salariales, mientras se mantienen o incrementan los ritmos de extracción para abastecer el mercado mundial de commodities.

En Chile, el riesgo es doble: por un lado, se instala el discurso de “modernización” como única vía para mejorar la seguridad, desplazando la discusión sobre la responsabilidad empresarial y estatal en las condiciones laborales que llevaron a la tragedia. Por otro, la automatización podría profundizar la dependencia tecnológica de proveedores internacionales y consolidar un patrón productivo aún más concentrado en la exportación de mineral sin valor agregado.

La verdadera disyuntiva no es entre trabajo humano inseguro y trabajo robotizado seguro, sino entre un modelo minero subordinado a la rentabilidad a corto plazo y uno que ponga en el centro la vida, la comunidad y el control social de la producción. Sin esa transformación estructural, la automatización solo será otra palabra elegante para encubrir despidos masivos y perpetuar la explotación, ahora con menos manos y más máquinas.

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