Dom. Sep 28th, 2025

La interna del “progresismo” y la unidad, se resienten por dentro: Lautaro Carmona y la “herejía” de criticar al dios mercado

Ago 25, 2025

Lo que aquí emerge no es un simple roce dentro de la coalición, sino la evidencia de una contradicción estructural: algunos miembros del PC insisten en aseguraer que puede convivir con la conducción neoliberal del Estado, mientras cada vez que uno de sus dirigentes se atreve a recordar que la desigualdad no se combate con disciplina fiscal, le caen encima los guardianes del orden, incluso dentro del partido. Marcel no es solo un ministro: es el símbolo viviente del consenso burgués que ninguna coalición, ni siquiera una con comunistas, parece dispuesta a romper. Y eso deja al PC como un partido atrapado entre las decisiones de su Congreso Nacional, cuya linea la representa, sin duda, Lautaro Carmona, y su rol decorativo pero tremendamente rentable para algunos, en el gobierno.

Por Equipo El despertar

Cuando Lautaro Carmona, Presidente del Partido Comunista, se atrevió a criticar públicamente a Mario Marcel, el intocable ministro de Hacienda, no solo desató la furia del Gobierno, también o hizo al interior del comando de Jeannette Jara. A pesar de lo ajustado de la critica a las definiciones del partido que preside, desencadenó una ofensiva de la ortodoxia neoliberal revestida de progresismo, incluso esa que se esconde al interior de su mismo partido. Porque en este Chile del 2025, cuestionar al gestor financiero del capital es un acto de traición, incluso dentro del “pacto histórico” que alguna vez prometía un gobierno de profundas transformaciones en el Chile neoliberal.

Las declaraciones de Carmona no fueron ni incendiarias ni revolucionarias: simplemente señaló que el modelo económico sigue girando en torno a la lógica empresarial, con un Marcel que ha actuado como el garante del orden fiscal por sobre la urgencia social. Pero en un país donde la política se ha transformado en una gestoría de intereses privados, incluso un tímido comentario basta para levantar una muralla de reproches. Desde el comando de Jara se apuraron en desmarcarse, acusando “irresponsabilidad política” por parte del timonel comunista. Curiosa acusación, cuando lo verdaderamente irresponsable es dejar la dirección económica en manos de un tecnócrata que repite, sin matices, el evangelio del FMI.

Lo que aquí emerge no es un simple roce dentro de la coalición, sino la evidencia de una contradicción estructural: algunos miembros del PC insisten en asegurar que puede convivir con la conducción neoliberal del Estado, mientras cada vez que uno de sus dirigentes se atreve a recordar que la desigualdad no se combate con disciplina fiscal, le caen encima los guardianes del orden, incluso dentro del partido. Marcel no es solo un ministro: es el símbolo viviente del consenso burgués que ninguna coalición, ni siquiera una con comunistas, parece dispuesta a romper. Y eso deja al PC como un partido atrapado entre las decisiones de su Congreso Nacional, cuya linea la representa, sin duda, Lautaro Carmona, y su rol decorativo pero tremendamente rentable para algunos, en el gobierno.

Marx lo escribió con precisión quirúrgica: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos” (El 18 Brumario de Luis Bonaparte). El Partido Comunista de Chile, heredero de luchas obreras, aparece hoy atrapado en un laberinto institucional donde la crítica al capital ya no es programa, sino pecado. La reacción del comando de Jara, en vez de abrir el debate sobre el rumbo económico, prefirió defender a Marcel con la obediencia de quien cuida al administrador de los fondos de los patrones.

Resulta patético entonces, aunque no sorprendente, que en una elección interna de coalición supuestamente “transformadora”, en la que la primaria la ganó el programa menos neoliberal, la defensa de un exfuncionario del Banco Central valga más que una crítica programática a la subordinación del país al capital financiero. Carmona, para aquellos que se arrodillan ante el poder del capital, cometió un error imperdonable: puso el dedo en la llaga y osó hablar de lo que se calla en La Moneda.

Así se desmorona el “progresismo responsable”: mostrando que no es más que gestión ilustrada del capitalismo. Y en esa gestión, el Partido Comunista sirve de adorno simbólico, siempre que no moleste. El día que moleste demasiado, sabrán qué tan fácilmente reemplazable es un ministro… o un partido entero.

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