En palabras de Marx y Engels en La Guerra Civil en Francia, la revolución exige disolver el aparato militar separado de la sociedad y reemplazarlo por el pueblo armado. Chávez, al institucionalizar la Milicia en 2009, dio forma a esa intuición: construir un poder militar-popular que rompa con la dependencia histórica de los ejércitos latinoamericanos respecto al imperialismo estadounidense. Maduro la consolida hoy como pilar de la soberanía frente a las amenazas injerencistas de Washington.
Por Equipo El Despertar
La integración de la Milicia Nacional Bolivariana (MNB) a los “Cuadrantes de Paz” marca un nuevo paso en la concepción estratégica del gobierno de Nicolás Maduro: la defensa integral de la nación como tarea compartida entre Estado, Fuerza Armada y pueblo organizado. Más de cinco millones de milicianos, desplegados en 5.336 comunidades y articulados con las bases populares de defensa integral, son la traducción concreta de lo que en Venezuela llaman “guerra de todo el pueblo”.
A diferencia de los ejércitos profesionales de corte burgués, estructurados para garantizar la dominación interna y obedecer a mandos extranjeros, la MNB nace de la tradición bolivariana y popular: campesinos, obreros, trabajadores urbanos, mujeres y jóvenes convertidos en defensores de su propio territorio. Su organización en niveles, milicia territorial y cuerpos combatientes, rompe con la idea liberal de una ciudadanía desarmada y pasiva. Aquí, el pueblo no es “protegido”: se protege a sí mismo, bajo principios de corresponsabilidad constitucional.
En palabras de Marx y Engels en La Guerra Civil en Francia, la revolución exige disolver el aparato militar separado de la sociedad y reemplazarlo por el pueblo armado. Chávez, al institucionalizar la Milicia en 2009, dio forma a esa intuición: construir un poder militar-popular que rompa con la dependencia histórica de los ejércitos latinoamericanos respecto al imperialismo estadounidense. Maduro la consolida hoy como pilar de la soberanía frente a las amenazas injerencistas de Washington.
El carácter de la Milicia no es meramente defensivo en lo militar, sino también político y social. Los cuerpos combatientes en fábricas y empresas buscan garantizar la continuidad de la producción frente a sabotajes o bloqueos, uniendo la defensa territorial con la defensa económica. Esto es clave en un país asediado por sanciones y guerra económica: no basta resistir con fusiles, también hay que sostener la vida cotidiana y la producción nacional.
La denuncia contra la injerencia de Estados Unidos es parte inseparable de este proceso. El propio comandante de la Milicia advirtió que los ataques mediáticos buscan justificar futuras agresiones. Y es lógico: un pueblo organizado y armado contradice de raíz la lógica imperialista que requiere países fragmentados y ejércitos subordinados. Como señaló Lenin, “el imperialismo no solo saquea, también impone sus aparatos políticos y militares”. La MNB es, precisamente, la negación de esa imposición.
En definitiva, la Milicia Nacional Bolivariana representa una experiencia única en América Latina: un pueblo que no delega su soberanía, sino que la ejerce. Frente al asedio imperial, no se responde con súplicas diplomáticas, sino con organización popular armada. Esa es la enseñanza de Chávez y de la revolución bolivariana: la patria se defiende no desde los cuarteles de élite, sino desde cada comuna, cada barrio, cada fábrica.