El momento más emotivo de la gala fue la premiación de Al sur del invierno está la nieve, del chileno Sebastián Vidal Campos, que se llevó también el premio a Mejor Película. El filme retrata la convivencia de familias rurales en la Patagonia, un paisaje donde el aislamiento y el frío se cruzan con el trabajo cotidiano entre animales y montañas. Aquí, el cine ilumina vidas invisibilizadas por los discursos urbanos y mercantiles, mostrando que la cultura también se construye desde la dureza del campo y la sobrevivencia colectiva.
Por Equipo El Despertar
El Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic) concluyó su edición número 21 con un claro acento latinoamericano: las producciones Un poeta (Colombia) y Al sur del invierno está la nieve (Chile) se llevaron los galardones a Mejor Película, confirmando el protagonismo de un cine que, lejos del espectáculo vacío, se concentra en los márgenes, la precariedad y la resistencia de quienes viven fuera de los circuitos de poder.

La cinta colombiana, dirigida por Simón Mesa, revive las tensiones de un escritor desempleado que encuentra un inesperado sentido vital en la transmisión de saberes a una joven aspirante a poeta. Una metáfora nada inocente: en un continente marcado por el desempleo estructural, la obra convierte la falta de trabajo en un espacio de reinvención y vínculo comunitario. Mesa, reconocido previamente en Cannes, también obtuvo el premio a Mejor Dirección por Polvo serán, codirigida con Carlos Márques-Marcet, consolidando su lugar en la nueva hornada de cineastas críticos del modelo social imperante.
El momento más emotivo de la gala fue la premiación de Al sur del invierno está la nieve, del chileno Sebastián Vidal Campos, que se llevó también el premio a Mejor Película. El filme retrata la convivencia de familias rurales en la Patagonia, un paisaje donde el aislamiento y el frío se cruzan con el trabajo cotidiano entre animales y montañas. Aquí, el cine ilumina vidas invisibilizadas por los discursos urbanos y mercantiles, mostrando que la cultura también se construye desde la dureza del campo y la sobrevivencia colectiva.
El festival también reconoció al cortometraje chileno Futura Licenciada, de Samantha Copano y Florencia Peña, ovacionado por público y jurado. La obra, centrada en los dilemas de la educación y el futuro juvenil, expone con ironía las contradicciones de un país que promete movilidad social mientras precariza a las nuevas generaciones.
Desarrollado entre el 17 y el 24 de agosto en salas de La Reina, Parque Arauco y el Centro de Arte Alameda, el Sanfic vuelve a ratificarse como un espacio donde el cine latinoamericano logra escapar de la lógica de mercancía global y reafirmarse como herramienta de reflexión social. Lejos del glamour vacío de otros certámenes, aquí los relatos de soledad, resistencia y vida popular ocuparon el centro de la pantalla.
En un continente herido por la desigualdad, que los grandes premios recaigan en historias de trabajadores, desempleados y comunidades rurales no es casualidad. Es la muestra de que el cine latinoamericano, cuando se atreve a mirar desde abajo, puede disputar sentido, memoria y futuro.