Sáb. Sep 13th, 2025

Salario mínimo y 40 horas no destruyeron empleo: el dato desmiente a la ortodoxia y abre un debate de clase

Sep 1, 2025

Las recomendaciones son tan sensatas como incómodas para la ortodoxia: consolidar la formalización con fiscalización y apoyo a MIPyME, certificación laboral para el tránsito desde la informalidad; cuidados para cerrar la brecha de género; inversión pública selectiva en sectores rezagados; e instalar, sin complejo, que el crecimiento guiado por la demanda interna es alternativa viable al dogma exportador: los datos de 2025 muestran que el consumo popular sostuvo la actividad formal y el empleo protegido.

Por Editor El Despertar

El Observatorio de Economía del ICAL (agosto 2025) le pone cifras a lo que la patronal y sus voceros prometieron como catástrofe: ni el alza del salario mínimo ni la reducción de la jornada laboral destruyeron empleo agregado. Al contrario, el empleo se formalizó (asalariados formales +1,1%) y la informalidad cayó a 26,0%. La jornada promedio bajó a 37 horas semanales, con un desplazamiento masivo desde las 45 horas hacia el tramo 31–44. La tasa de desempleo se mantiene estable en 8,7%, pero la subutilización sube (SU2=14,6%; SU3=16,7%), revelando lo que el informe denomina una “burbuja” de desempleo: holguras persistentes que el mercado, por sí solo, no absorbe.

Traducido al castellano marxista: falló el espantajo neoliberal. Cuando suben los salarios en la base, aumenta el ingreso de quienes más consumen y la demanda interna tira del empleo formal; ese efecto ingreso dominó sobre el manido “encarecimiento del trabajo” con el que los gremios empresariales intentan disciplinar a la fuerza laboral. El informe lo explica desde un enfoque poskeynesiano biestructural: en un mercado segmentado, el salario mínimo redistribuye entre sectores y empuja formalización; lo que no resuelve, por sí solo, son las rigideces de tránsito (credenciales, cuidados, discriminación) que dejan a parte de la clase trabajadora en la orilla.

La brecha de género es el espejo más brutal de esas rigideces: desocupación femenina 9,7% versus 7,9% en hombres; SU3 de mujeres 19,7% frente a 14,2% en hombres. La contracción de la informalidad golpea primero a quienes estaban sobrerrepresentadas allí —mujeres, cuidados no remunerados, jornadas incompatibles— y el empleo formal levanta barreras de entrada que el Estado no ha desmontado. Si no se expande un Sistema Nacional de Cuidados y políticas activas de inserción con enfoque de género, la “burbuja” se volverá estructura.

El informe registra además una dualidad sectorial que pinta de cuerpo entero la heterogeneidad del capitalismo chileno: comunicaciones (+23,3%), minería (+11,6%) y manufactura (+5,5%) absorben el impulso; comercio (-2,8%), construcción (-4,8%) y administración pública (-5,1%) retroceden. No hay magia: los sectores de alta productividad reorganizan turnos, contratan y cumplen; los rezagados, intensivos en trabajo precario, acusan el costo. ¿Conclusión? Sin política sectorial contracíclica (infraestructura social en construcción, encadenamientos y financiamiento para microcomercio), el reacomodo cargará, una vez más, sobre los de abajo.

Las recomendaciones son tan sensatas como incómodas para la ortodoxia: consolidar la formalización con fiscalización y apoyo a MIPyME, certificación laboral para el tránsito desde la informalidad; cuidados para cerrar la brecha de género; inversión pública selectiva en sectores rezagados; e instalar, sin complejo, que el crecimiento guiado por la demanda interna es alternativa viable al dogma exportador: los datos de 2025 muestran que el consumo popular sostuvo la actividad formal y el empleo protegido.

El dato final es político: subir salarios y bajar la jornada funciona si se entiende la economía como disputa por la demanda y el poder. Lo que falta no es “más mercado”, sino más Estado con brújula de clase: cuidados, formación, inversión y monitoreo social permanente para que el avance de la formalidad se traduzca en vidas dignas y no en una estadística que la burguesía celebrará mientras levanta nuevas barreras.

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