El presidente de Colombia, Gustavo Petro, calificó como un “asesinato” el ataque ordenado por el mandatario estadounidense Donald Trump contra una embarcación en el mar Caribe, bajo el argumento de combatir el narcotráfico. El hecho dejó tres tripulantes muertos, presuntamente de origen venezolano.
Durante un Consejo de Ministros en la Casa de Nariño, Petro cuestionó con dureza la operación militar: “Así lleven cocaína, matar con un misil a tres pasajeros de una lancha desarmada y no blindada es un asesinato”. El mandatario subrayó que Washington está “asesinando gente latinoamericana en su propia tierra”, en referencia a la región caribeña donde ocurrió el ataque.
El episodio corresponde al segundo asesinato autorizado por Trump en aguas del Caribe, en el marco de su estrategia de militarización bajo el pretexto de enfrentar a los carteles de la droga. Sin embargo, gobiernos de la región, entre ellos Venezuela y Colombia, han advertido que tales acciones representan una escalada peligrosa que pone en riesgo la soberanía y la vida de civiles.
Para Petro, la acción estadounidense revela una política que, en lugar de fortalecer la cooperación regional contra el narcotráfico, impone la violencia militar como solución unilateral, desconociendo el derecho internacional y la jurisdicción de los Estados ribereños.
La denuncia del presidente colombiano se suma a los reclamos del gobierno venezolano, que también exigió una investigación internacional sobre lo ocurrido. Ambos países coinciden en que el ataque no solo constituye un abuso de poder, sino un precedente alarmante de cómo la “guerra contra las drogas” se utiliza como excusa para justificar intervenciones letales en el continente.