El principio democrático de presunción de inocencia y el derecho de los electores a decidir, pilares básicos de la democracia, han sido públicamente sometidos a la voluntad arbitraria de los dueños de Chile, haciendo de Jorge Gonzáles, además del poeta de generaciones, un profeta político. El fallo dividido, apenas conseguido, y el silenciamiento buscado por los monopolios mediáticos muestran la vergüenza del hecho y la desvergüenza del poder oligárquico chileno para administrar su fundo.
Por Equipo El Despertar
El último genio musical que ha producido Chile, Jorge Gonzáles, líder de Los Prisioneros, escribió en una canción (Allende vive, 1999) que: “No es un país / Chile es un fundo”. En alusión a una propiedad latifundista agraria bajo el férreo dominio de un dueño, el “patrón”. Karl Marx señaló que, en las sociedades capitalistas, mientras que en el plano político se proclama la igualdad y la participación ciudadana, en el terreno material persisten desigualdades profundas que limitan y vacían de contenido real esa democracia (Crítica del Programa de Gotha, 1875).
El 12 de septiembre de 2025, el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) excluyó a Daniel Jadue, líder comunista de la izquierda chilena, del padrón electoral e inhabilitó su candidatura a diputado. La resolución – adoptada por 3 votos contra 2 – revirtió lo decidido previamente por el Segundo Tribunal Electoral de la Región Metropolitana, dejando al Partido Comunista sin su principal carta en el distrito 9, donde Jadue cuenta con amplio apoyo del electorado en base a su gestión municipal en favor de las
mayorías.
Según se ha informado, el fundamento clave fue la suspensión de derechos políticos que prevé el artículo 16 N.º 2 de la Constitución para personas “acusadas formalmente” de delitos con penas aflictivas. Dicho encuadre jurídico, señalado en la cobertura de la decisión, permitió al Tricel acoger reclamaciones presentadas por partidos de la rancia derecha chilena (Renovación Nacional – RN y Unión Demócrata
Independiente – UDI) y dejar sin efecto la aceptación inicial de la candidatura por parte del Servel.
El caso penal de Jadue se origina en la investigación conocida como “farmacias populares”, política que permitió al entonces alcalde de Recoleta hacer llegar medicamentos e insumos médicos a la población a costes muy baratos o gratuitamente, evitando los sobrecostes y ganancias de los monopolios farmacéuticos.
Mismos que llevan adelante el juicio en su contra. El caso mismo, además de la venganza de los monopolios afectados, se armó para excluirlo de la carrera electoral presidencial actual.
Ahora, otra vez, se le excluye, a pesar que el proceso está abierto y no existe condena firme, lo que hace especialmente impresentable anticipar una sanción política tan máxima como la exclusión del padrón con base en medidas cautelares y acusaciones aún litigiosas. Basta mover un abogado y un fiscal, hacer una acusación y dejar a alguien fuera de las elecciones. Democracia a la chilena. ¿Hace falta agregar algo más?
El principio democrático de presunción de inocencia y el derecho de los electores a decidir, pilares básicos de la democracia, han sido públicamente sometidos a la voluntad arbitraria de los dueños de Chile, haciendo de Jorge Gonzáles, además del poeta de generaciones, un profeta político. El fallo dividido, apenas conseguido, y el silenciamiento buscado por los monopolios mediáticos muestran la vergüenza del hecho y la desvergüenza del poder oligárquico chileno para administrar su fundo.
La operación es parte del proceso de “judicialización de la política”: decisiones jurisdiccionales que reconfiguran el mapa electoral antes de una sentencia penal. El término “lawfare” describe justamente ese empleo instrumental del derecho para fines de lucha política: el uso de herramientas judiciales como armas para neutralizar adversarios, manteniendo una apariencia de legalidad, cuando la concentración de los medios y del poder económico no resultan suficientes. Dilma Rousseff y Lula da Silva en Brasil; Cristina Kirchner en Argentina; Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, son algunos de los crecientes casos.
Daniel Jadue representa, por sus políticas igualitarias exitosas y el apoyo popular de mayorías que le han granjeado, un líder incómodo, molesto y peligroso para los dueños de ese fundo llamado Chile. Se busca con la arbitrariedad de su exclusión, fijar límites a las alternativas políticas de cambio, dar aviso y domesticar de antemano a cualquier “progresista” con pretensiones políticas de hasta dónde permitirse llegar, si quiere permanecer en el juego.
Sin embargo, la gente ve el abuso, pero no ve la legitimidad. Y la crisis latente de Chile, barrida bajo la alfombra, por ahora, seguirá buscando una salida real de cambio. La victoria momentánea de la exclusión de Jadue, por parte de los dueños de Chile, paga el alto costo de resquebrajar aún más la ya cuestionada institucionalidad chilena, heredada del ex dictador (con probados crímenes y robos) Pinochet. Por ahora, se siguen sembrando vientos.