Dom. Sep 28th, 2025

Italia paraliza el país contra la guerra: huelga general une clase trabajadora y juventudes contra el sionismo armado y el capitalismo militar

Sep 22, 2025
Foto Telesur

La huelga interrumpe la cadena de valor de la guerra. Los puertos italianos, donde cargamentos de armas destinadas a Israel circulan como mercancía cualquiera, hoy están paralizados. Los sindicatos denuncian que el Estado italiano utiliza el erario público para fortalecer su industria bélica, que luego exporta destrucción a Gaza, bajo la doctrina de la OTAN y los pactos infames con Tel Aviv.

Por Equipo El Despertar

Este lunes, la clase trabajadora italiana se alzó en una huelga general de 24 horas, no por reivindicaciones salariales inmediatas, sino por un motivo que rebasa fronteras: detener el apoyo militar a Israel y romper con el genocidio del pueblo palestino. En una acción coordinada por sindicatos de base, estudiantes y organizaciones de izquierda, los puertos han sido bloqueados, el transporte paralizado y las aulas vaciadas.

Este hecho es de una potencia política inusual. No se trata de una simple protesta sectorial. Es la reafirmación práctica del internacionalismo proletario, ese principio central del marxismo que hoy revive, en pleno corazón del decadente capitalismo europeo y que tantos y tantas han olvidado a pesar de autodefinirse de izquierdas.

“Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. La unión de los proletarios debe ser internacional.”
Marx y Engels, Manifiesto del Partido Comunista

La huelga interrumpe la cadena de valor de la guerra. Los puertos italianos, donde cargamentos de armas destinadas a Israel circulan como mercancía cualquiera, hoy están paralizados. Los sindicatos denuncian que el Estado italiano utiliza el erario público para fortalecer su industria bélica, que luego exporta destrucción a Gaza, bajo la doctrina de la OTAN y los pactos infames con Tel Aviv.

¿Qué ocurre cuando los trabajadores que sostienen esta maquinaria se cruzan de brazos? Se revela una verdad esencial: la guerra necesita del trabajo para existir. No basta con generales ni diplomáticos: hay que producir balas, transportar misiles, ensamblar drones. Y eso lo hacen trabajadores. La huelga es entonces más que una protesta: es sabotaje activo al imperialismo.

La masiva participación estudiantil no es anecdótica. Las marchas en Roma, Milán, Nápoles o Bolonia muestran una juventud que no compra el relato civilizatorio del colonialismo occidental. Esta generación, precarizada y despojada de futuro, no tiene nada que perder en el capitalismo y ha empezado a identificar al enemigo común: el imperialismo, el sionismo armado, y el Estado burgués que los sostiene.

“Donde hay una lucha de clases nacional, hay siempre una conexión con la lucha internacional del capital contra el trabajo.”
Karl Marx, Cuadernos de Londres

Desde los pasillos universitarios hasta los trenes cancelados, se repite un mensaje: “Fuori le armi dallo Stato!” (¡Fuera las armas del Estado!). Y no se trata solo de Israel. También se denuncia el creciente presupuesto militar, la subordinación a los intereses de la OTAN y la represión interna en tiempos de crisis económica.

En tiempos en que los gobiernos europeos, ya sean de derecha abiertamente reaccionaria o de centro pseudo-progresista, aplauden o toleran el exterminio en Gaza, esta huelga es un terremoto. Es el ejemplo que desestabiliza el discurso hegemónico de “solidaridad con Israel”, ese eufemismo para justificar la complicidad del capital occidental con el apartheid, el genocidio y la ocupación.

Italia, donde el fascismo una vez se sentó en el trono del Estado, hoy demuestra que hay otra memoria histórica: la de la Resistencia Partisana, la de los obreros que derrotaron a Mussolini, la de los estudiantes que echaron abajo regímenes autoritarios en los años 70.

Esta huelga no pide permiso. No busca diálogo con criminales de guerra, ni espera que el Parlamento resuelva. Ataca la raíz del problema: la colaboración del Estado italiano con la industria de la muerte.

Cuando la clase obrera se detiene, el capital tiembla. Y si lo hace por Palestina, es el mundo entero el que se estremece. Porque lo que ocurre hoy en Gaza, y lo que sostiene a Israel, no es solo un conflicto regional: es una expresión del capitalismo en su forma más cruel y cínica. Y solo una fuerza puede detenerlo: la clase trabajadora internacionalmente organizada.

“Proletarios de todos los países, uníos.”

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