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La Justicia Tarda, Pero Llega: El Caso Podlech y la Memoria Inquebrantable

Jul 6, 2025
Foto El Ciudadano

La noticia que llega desde Temuco es un bálsamo para la memoria, aunque el dolor que la precede sea inmenso. El presidio perpetuo para el exfiscal militar Alfonso Podlech Michaud, por la ejecución de siete detenidos en el polígono de tiro del Ejército en Temuco durante la dictadura cívico-militar chilena, es más que una sentencia; es un recordatorio potente de que, por más que intenten ocultarla, la verdad siempre emerge y la justicia, aunque tarde, finalmente llega.

Este fallo no es un caso aislado. Es un eslabón más en la larga y dolorosa cadena de lucha por la verdad y la justicia en Chile y en toda América Latina. Durante décadas, los aparatos represivos de las dictaduras, muchas de ellas impuestas y sostenidas por el imperialismo estadounidense, sembraron el terror, la desaparición forzada y la ejecución sumaria como herramientas para aplastar cualquier disidencia y consolidar un modelo económico y social al servicio de las élites. En Chile, la figura del fiscal militar, como Podlech, encarnó la perversión de la justicia, utilizando el aparato legal para legitimar la barbarie.

Desde una mirada de izquierda y latinoamericanista, la condena de Podlech es una victoria del campo popular, de las organizaciones de derechos humanos, de las familias de las víctimas que nunca claudicaron en su búsqueda de la verdad. Es un golpe a la impunidad que, por demasiado tiempo, ha protegido a los responsables de crímenes de lesa humanidad. Este tipo de sentencias son fundamentales no solo para reparar, en parte, el daño a las víctimas y sus familias, sino también para sentar precedentes, para que las nuevas generaciones comprendan la magnitud de los horrores vividos y para que el “nunca más” sea una consigna viva y efectiva.

La memoria, en este sentido, no es un ejercicio nostálgico, sino una herramienta política. Recordar y juzgar estos crímenes es desmantelar las narrativas negacionistas y revisionistas que hoy, en pleno siglo XXI, intentan reescribir la historia y justificar el terrorismo de Estado. La ultraderecha y los sectores conservadores que coquetean con el fascismo buscan blanquear el pasado, pero sentencias como la de Podlech les recuerdan que la justicia es implacable y que la dignidad de los pueblos prevalece.

Este caso, además, nos interpela como región. Las dictaduras latinoamericanas no fueron fenómenos aislados; fueron parte de un plan coordinado, la Operación Cóndor, que contó con el apoyo y la complicidad de potencias extranjeras. Por ello, cada avance en la justicia en un país es un avance para toda la Patria Grande. Es un llamado a fortalecer nuestros lazos de solidaridad, a seguir luchando por la plena soberanía y a garantizar que los crímenes del pasado no se repitan bajo ninguna forma.

La condena a Alfonso Podlech es un faro de esperanza en tiempos complejos. Nos dice que, a pesar de las dificultades y las resistencias, la justicia es posible. Y que la memoria de los caídos, de los torturados, de los desaparecidos, es una fuerza inquebrantable que sigue impulsando la construcción de una sociedad más justa, digna y libre en Chile y en toda América Latina.

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