Por Daniel Jadue
La liberación de un sicario ligado al crimen organizado mediante una orden judicial falsificada, ha generado la respuesta inmediata de los candidatos presidenciales y sobre todo de las figuras políticas, tanto del gobierno como de la oposición: Sorpresa en algunos, indignación en otros. Pero no nos engañemos: cuando la democracia liberal finge sorpresa e indignación, es porque necesita disimular complicidad.
Johannes Kaiser se escandaliza. Evelyn Matthei exige “que no vuelva a ocurrir”. Otros llaman a fortalecer el Estado. ¿De verdad no sabían que esto ocurre? ¿O simplemente les molesta que se haya filtrado?
En lugar de hablar de “crisis institucional”, lo que esta situación revela es la integración funcional entre crimen organizado, redes burocráticas, y los aparatos judiciales del Estado capitalista. La Red liderada por Chadwick, Hermosilla y otros abogados investigados por influenciar, por no decir comprar fallos, lo deja claro. El sicario no se fugó: fue liberado por una estructura permeable a la corrupción porque opera bajo una lógica corporativa y privatizada, fragmentada, y profundamente mercantilizada.
No se trata de una “fallida cadena de control”, sino de una cadena de cómplices, de favores, de pagos, de sobornos, de negligencias cuidadosamente cultivadas, tal cual lo advirtió Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte, el Estado burgués no es neutral: Es la maquinaria que garantiza los intereses de la clase dominante, incluso cuando se disfraza de aparato jurídico o administrativo.
Johannes Kaiser, ese entusiasta del pinochetismo y el portonazo legalizado, acusa el “relajo institucional” como si él no fuera parte de un bloque que exige desmantelar el Estado, recortar impuestos, eliminar regulaciones y reducir el poder público al mínimo. Si por él fuera, la justicia sería un voucher.
Matthei, la tecnócrata que vive del mito del orden, reclama control, pero lleva décadas en política defendiendo un modelo que subcontrata cárceles, terceriza políticas sociales, privatiza lo público y criminaliza al pobre.
Y desde el oficialismo, las declaraciones son tímidas: “es gravísimo”, “esto no puede repetirse”. ¿Qué tal si se preguntan por qué ocurre siempre?
La pregunta es clara: ¿quién se beneficia de esta estructura? El crimen organizado, que ya no necesita armas para entrar a tribunales: entra con maletines; Las élites económicas, que explotan el miedo para justificar más control sobre los pobres; y el partido del orden en el sistema político, que utiliza estos casos para reforzar su discurso punitivista, nunca para replantear la raíz del problema.
El problema no es la justicia. Es el modelo. El problema no es la seguridad. Es la desigualdad. Este episodio no es una falla del sistema. Es el sistema funcionando con eficiencia criminal.
Mientras el pueblo sufre filas en los CESFAM, pensiones miserables y cárceles hacinadas por robar gallinas o evadir el Metro, mientras algunos permanecen años en prisión preventiva sin juicio y sin condena, los verdaderos operadores de la violencia, los sicarios, los lavadores de dinero, los políticos cooptados, gozan de impunidad, recursos, y contactos.
La burguesía clama por orden cuando lo necesita para controlar al pueblo. Pero cuando el caos les beneficia, cuando sirve para sembrar miedo y avanzar la militarización de dad, dejan que fluya y que inunde incluso sus instituciones.
Lo que se necesita no es “revisar protocolos”, ni “modernizar el Estado”, ni “aumentar penas”. Lo que se necesita es transformar radicalmente esta maquinaria al servicio del capital. Democratizar la justicia. Acabar con la lógica privatizada del castigo. Desmantelar los pactos entre narcos, políticos y burócratas, levantando el secreto bancario, y construir poder popular que vigile, controle y administre al sistema judicial desde abajo.
Hasta que eso ocurra, seguirán liberando sicarios con fotocopias. Y seguirán apareciendo candidatos escandalizados.stá funcionando como se diseñó
Como siempre, Daniel Jadue , diciendo la verdad, la dura realidad de este país y los ciudadanos que tenemos derecho a voto, pero no al poder .Mi opinión es la misma que Daniel, desde hace muchos años, pero lamentablemente la mayoría de la gente prefiere mirar para otro lado ,igual que el resto del mundo, y nadie hace alusión al genocidio que se comete en Gaza, al hambre que afecta al mundo y los DDHH violados por doquier…Cúanta falta nos hace tener a muchos Daniel Jadue, que se atrevan a marchar por las calles junto al pueblo y hacer crecer el malestar…..pero mientras nuestros líderes estén encarcelados, tendremos que seguir manifestándonos en silencio ….