La crisis de la derecha chilena ya no se esconde detrás de comunicados diplomáticos ni declaraciones ambiguas. Este jueves, el diputado de Renovación Nacional Frank Sauerbaum arremetió sin filtro contra el presidente del Partido Republicano, Arturo Squella, a quien calificó como “el sicario político de José Antonio Kast”, acusándolo de operar con “bajeza y violencia verbal” contra sus propios aliados.
El ataque se enmarca en la disputa interna del bloque opositor en torno a las próximas elecciones municipales, donde los Republicanos buscan aniquilar electoralmente a RN y la UDI, imponiendo candidaturas unilaterales y capturando la hegemonía del campo conservador.
“Squella es el sicario de Kast y va a pagar un costo político muy alto”, dijo Sauerbaum, reflejando con brutal honestidad el grado de descomposición de la derecha tradicional.
No es una pelea de ideas, es una guerra de poder dentro del mismo proyecto neoliberal
Lo que está ocurriendo no es un “debate democrático” en la derecha. Es una guerra entre dos fracciones burguesas que comparten el mismo programa económico —antiderechos, proempresarial, represivo— pero que compiten por el control total del aparato político que administra el modelo.
- RN y la UDI representan al viejo bloque empresarial tecnocrático,
- Republicanos representa al fascismo social con estética evangélica, militarista y brutal,
- Y los libertarios de Kaiser intentan reventar a ambos con retórica antisistema.
El insulto de Sauerbaum no busca proteger principios democráticos: busca frenar el avance de una derecha más eficiente en la destrucción del Estado social, porque lo hace sin pedirle permiso a nadie.
Arturo Squella: rostro amable del autoritarismo eficiente
La figura de Arturo Squella, exdiputado y operador político de Kast, ha sido clave en consolidar al Partido Republicano como una fuerza de disciplinamiento interno del bloque neoliberal. No grita, no provoca escándalos mediáticos, pero ejecuta sin vacilar las decisiones del clan Kast, incluyendo la marginación de antiguos aliados.
Sauerbaum lo sabe. Y por eso lo llama “sicario”: porque es el ejecutor elegante del exterminio político de la vieja derecha.
¿Y el pueblo? Ausente del juego
La disputa interna en la derecha no representa ninguna esperanza para las mayorías. Se pelean por cargos, cuotas y cupos, no por resolver el hambre, la vivienda, la salud ni la deuda educativa.
El insulto de Sauerbaum es prueba de desesperación, pero también de una fractura estratégica. RN ya no tiene base social, ni narrativa, ni proyecto. Republicanos sí: uno neofascista, popularizado y funcional al capital.
Conclusión: cuando los patrones se pelean, el pueblo debe avanzar
La izquierda no debe mirar esta disputa como espectadora, sino como una oportunidad para disputar el terreno perdido.
La derecha está fragmentada, desprestigiada y sin liderazgo común. Pero si el pueblo no se organiza y no presenta una alternativa clara, el fascismo puede llenar ese vacío.
Hoy, los “sicarios” no matan con balas, sino con leyes, exclusiones y discursos de odio.
Pero siguen siendo sicarios al servicio del capital.