El discurso del Primer Ministro refleja el profundo límite del nacionalismo palestino bajo hegemonía neoliberal, que busca la edificación de un Estado sin tocar los pilares del orden capitalista global ni los intereses imperiales en la región. La reconstrucción propuesta depende de financiamiento externo, probablemente condicionado por el FMI, la Unión Europea y Estados Unidos, lo que convertiría cualquier “proceso estatal” en una neocolonia disfrazada de soberanía.
Por Equipo El Despertar
El Primer Ministro palestino, Mohammad Mustafa, declaró este miércoles en El Cairo que su gobierno interino está decidido a “reconstruir Gaza, restablecer la unidad nacional y establecer un Estado palestino soberano con Jerusalén Este como capital”. Estas declaraciones fueron emitidas en el contexto de la conferencia internacional para la reconstrucción de la Franja, devastada por los bombardeos israelíes durante los últimos meses, en una ofensiva que la ONU ha calificado de catástrofe humanitaria.
Mustafa subrayó que los esfuerzos de reconstrucción requerirán miles de millones de dólares y reiteró la necesidad de una solución política basada en el reconocimiento del Estado palestino. También señaló que el Ejecutivo trabaja para establecer una administración funcional en Gaza tras el fin de la ocupación militar. Sin embargo, la promesa de “reconstruir Gaza” sin ruptura con los marcos impuestos por el capital internacional y la tutela occidental, plantea serias dudas sobre su viabilidad y autonomía real.
El discurso del Primer Ministro refleja el profundo límite del nacionalismo palestino bajo hegemonía neoliberal, que busca la edificación de un Estado sin tocar los pilares del orden capitalista global ni los intereses imperiales en la región. La reconstrucción propuesta depende de financiamiento externo, probablemente condicionado por el FMI, la Unión Europea y Estados Unidos, lo que convertiría cualquier “proceso estatal” en una neocolonia disfrazada de soberanía.
El verdadero obstáculo no es solo la maquinaria militar israelí, sino la estructura imperialista que sostiene la ocupación, controla la economía palestina e impone gobiernos colaboracionistas a través de organismos como la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Las promesas de Mustafa se asemejan a las de Mahmud Abbas: grandes palabras, nula ruptura estructural. La experiencia histórica muestra que no hay independencia nacional posible sin confrontar tanto al sionismo como al imperialismo y sus aliados árabes.
La reconstrucción de Gaza no puede reducirse a la gestión tecnocrática de escombros financiada por occidente. Solo una estrategia basada en la unidad revolucionaria del pueblo palestino, la resistencia armada legítima y la lucha por el socialismo en todo el mundo árabe, puede romper el cerco. Mientras tanto, la comunidad internacional ofrece migajas humanitarias mientras co-administra la catástrofe.