El informe responsabiliza directamente al asedio impuesto por Israel, que mantiene el control de las fronteras y restringe la entrada de ayuda humanitaria. Organizaciones internacionales denuncian que los convoyes de alimentos y medicinas son sistemáticamente retenidos o limitados, pese a los llamados reiterados de la ONU y de la comunidad internacional. En este escenario, la población civil de Gaza queda atrapada en una situación descrita por expertos como “una condena colectiva a morir de hambre”.
Por Equipo El Despertar
Un nuevo informe de organismos humanitarios internacionales advirtió que la Franja de Gaza enfrenta una crisis alimentaria “catastrófica”, alcanzando el nivel 5 en la escala de seguridad alimentaria, el más alto y grave posible. La proyección indica que, de no permitirse de inmediato la entrada masiva de ayuda, millones de palestinos se enfrentarán al hambre extrema, en un contexto de bloqueo militar y destrucción sistemática de la infraestructura civil.
La clasificación de “nivel 5” implica que la población está al borde de la inanición generalizada, con miles de muertes previstas si no hay un cambio urgente. Médicos en el terreno señalan que los niños son los más afectados: casos de desnutrición aguda se multiplican, mientras hospitales sin suministros ya no tienen capacidad para atenderlos. El colapso de la cadena de distribución de alimentos, junto con la prohibición de ingreso de insumos básicos, convierte la crisis en una catástrofe humanitaria sin precedentes recientes.
El informe responsabiliza directamente al asedio impuesto por el estado genocida de Israel, que mantiene el control de las fronteras y restringe la entrada de ayuda humanitaria. Organizaciones internacionales denuncian que los convoyes de alimentos y medicinas son sistemáticamente retenidos o limitados, pese a los llamados reiterados de la ONU y de la comunidad internacional. En este escenario, la población civil de Gaza queda atrapada en una situación descrita por expertos como “una condena colectiva a morir de hambre”.
La reacción mundial no se hizo esperar: desde la Unión Africana hasta varios gobiernos latinoamericanos han condenado lo que consideran un crimen de guerra y un acto de limpieza étnica en curso. Sin embargo, en las grandes potencias occidentales y en el mundo árabe persiste el doble estándar: mientras se multiplican los discursos de preocupación, no hay medidas efectivas que obliguen a Israel a detener el bloqueo ni a garantizar corredores humanitarios seguros.
El diagnóstico de hambruna en Gaza no solo exhibe la magnitud de la tragedia actual, sino también la inacción de un orden internacional que parece incapaz de frenar los abusos de un Estado con respaldo de Washington y sus aliados. Si no se rompe el cerco y se permite el ingreso urgente de ayuda, la comunidad global será testigo, y cómplice, de una masacre por inanición en pleno siglo XXI.