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Gaza: la maquinaria israelí de muerte suma más de 30 palestinos asesinados en un solo día y el mundo como si nada

Ago 27, 2025
Foto Telesur

Israel ya no pretende siquiera disimular. Demuele escuelas, hospitales, mezquitas; impide la entrada de ayuda humanitaria; encierra a millones de personas en un gueto sin agua ni luz y luego los bombardea. El resultado es simple: un crimen de lesa humanidad sostenido en la impunidad internacional. La ONU protesta tímidamente, mientras las potencias occidentales, las mismas que hablan de “derechos humanos” en otros lugares, blindan a Tel Aviv con armas y veto diplomático.

Por Equipo El Despertar

La noticia no es un “incidente bélico”, es la continuidad de un exterminio planificado: más de 30 palestinos fueron asesinados por Israel en Gaza en las últimas horas. La ofensiva sionista, respaldada política y financieramente por Estados Unidos, Europa y algunos gobiernos arabes, se ceba contra un pueblo sitiado, bombardeado y sin derecho a la vida. La Franja entera es hoy un laboratorio de genocidio en vivo, transmitido a ojos del mundo.

No hablamos de “daños colaterales”: hablamos de asesinatos de civiles, de mujeres y niños que sobreviven bajo ruinas. Cada nueva masacre confirma lo que Marx describió como el carácter brutal del capital: allí donde tropieza con un obstáculo, recurre a la violencia desnuda. En Palestina, el capital colonial y militar se impone destruyendo vidas para asegurar territorios, mercados y control geopolítico.

Israel ya no pretende siquiera disimular. Demuele escuelas, hospitales, mezquitas; impide la entrada de ayuda humanitaria; encierra a millones de personas en un gueto sin agua ni luz y luego los bombardea. El resultado es simple: un crimen de lesa humanidad sostenido en la impunidad internacional. La ONU protesta tímidamente, mientras las potencias occidentales, las mismas que hablan de “derechos humanos” en otros lugares, blindan a Tel Aviv con armas y veto diplomático.

La lucha palestina no es solo nacional: es la resistencia de un pueblo contra el colonialismo y el apartheid. Como en Argelia, Vietnam o Sudáfrica, el enemigo es un Estado que basa su existencia en la negación absoluta del otro. Y como toda experiencia histórica lo demuestra, ningún pueblo sometido indefinidamente deja de luchar. La sangre derramada en Gaza es también semilla de resistencia.

La pregunta no es si Israel está cometiendo crímenes —eso está demostrado por los cadáveres—, sino cuánto tiempo más la comunidad internacional seguirá siendo cómplice. Cada nuevo asesinato en Gaza es responsabilidad directa no solo del sionismo, sino de la estructura imperialista que lo sostiene. Frente a la barbarie, el deber de quienes luchan por un mundo distinto es claro: denunciar, solidarizar y organizar la resistencia.

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