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Nobel, frontera y Perú: las posiciones del PC que aprietan a una candidata cada dia mas lejana al partido que la nominó

Oct 13, 2025
Foto Radio Universidad de Chile

De fondo hay algo más serio que una “mala semana de comunicaciones”. El PC, con razón, defiende principios (no a la intervención, no a la militarización rutinaria, sí a la memoria y a la soberanía). Jara cree que necesita ampliar al centro, exhibir “gobernabilidad” y no validar el encuadre opositor de “ultraizquierda”, pero la duda persiste, es un simpe acomodo táctico o un definitivo distanciamiento de las posiciones históricas que han caracterizado al partido que la nominó.. Esa tensión no se resuelve con silencios: se ordena con criterios públicos. En Nobel: condenar la tutela y las sanciones y apoyar la autodeterminación y la resolución democrática de los conflicto, sin marines ni bloqueos. En frontera: control con policía especializada, tecnología, refugio y debido proceso, no FF.AA. por decreto. En Perú: memoria de las víctimas de la represión, respaldo a debido proceso y no injerencia.

Por Equipo El Despertar

A 34 días de la elección, Jeannette Jara enfrenta una contradicción incómoda: por la derecha, un coro que le exige “orden”; por su izquierda, su partido, que fiel a sus postulados históricos, en 72 horas marcó diferencias en tres temas que desordenan el tablero: Nobel a María Corina Machado, militarización de fronteras y la vacancia en Perú. No son minucias: ponen en tensión la brújula internacional de la campaña, la coherencia programática en seguridad y el balance entre disciplina de coalición y perfil propio de quienes ganaron, con su programa, la primaria.

El primer choque fue el Nobel a Machado. Lautaro Carmona lamentó la decisión y recordó que la líder opositora venezolana “ha convocado que se intervengan militarmente dentro de Venezuela” (TVN). Daniel Jadue fue al hueso: se optó por llamar “paz” a lo que en el Sur “conocemos como intervención y tutela”. Juan Andrés Lagos amplificó a Evo Morales: “respaldar la mentira por encima de la paz”. Jara, en cambio, dijo a The Clinic que es “un reconocimiento importante… a un liderazgo… que se la juega por que haya cambios”, y subrayó que lo venezolano impacta en Chile. Dos marcos en colisión: el del antinjerencismo histórico del PC y el del intervencionismo neoliberal que caracterizo a la Concertación de Partidos por la Democracia, que ya en 2002 avaló el Golpe de Estado en Venezuela contra el recién electo Hugo Chávez Frías y que desde entonces ha apoyado los intentos de Washington de derrocar al gobierno legitimo de Venezuela para apropiarse de su petroleo.

El segundo flanco lo abrió Bárbara Figueroa, secretaria general del PC e integrante del comando, al no respaldar la reforma constitucional que el Presidente Boric anunció para desplegar FF.AA. en frontera por decreto (sin renovaciones del Congreso). “Hoy existen instrumentos mucho mejores… con tecnología”, dijo, y que no hay “capacidad humana” para controlar “absolutamente” la frontera. La advertencia sintoniza con sectores del FA, como Lorena Fries que llamó a no naturalizar la militarización, pero contrasta con la transversalidad oficialista hacia la reforma y presiona a Jara a definirse: ¿“firmeza” al estilo Matthei/Kast o seguridad democrática que no normalice estado de excepción permanente?

El tercer episodio cruzó la cordillera. Hugo Gutiérrez celebró la caída de la dictadura de Dina Boluarte que impidió su entrada al país para visitar al Presidente Constitucional de Perú, Pedro Castillo, hoy en la cárcel, en una caso tipico de guerra judicial o Lawfare: “ahora podré ingresar al hermano país del Perú… me tenían por ‘peligro para la seguridad nacional’” , mientras la propia Jara ha dicho que no se involucran en política interna de otros países.

De fondo hay algo más serio que una “mala semana de comunicaciones”. El PC, con razón, defiende principios (no a la intervención, no a la militarización rutinaria, sí a la memoria y a la soberanía). Jara cree que necesita ampliar al centro, exhibir “gobernabilidad” y no validar el encuadre opositor de “ultraizquierda”, pero la duda persiste, es un simpe acomodo táctico o un definitivo distanciamiento de las posiciones históricas que han caracterizado al partido que la nominó.. Esa tensión no se resuelve con silencios: se ordena con criterios públicos. En Nobel: condenar la tutela y las sanciones y apoyar la autodeterminación y la resolución democrática de los conflicto, sin marines ni bloqueos. En frontera: control con policía especializada, tecnología, refugio y debido proceso, no FF.AA. por decreto. En Perú: memoria de las víctimas de la represión, respaldo a debido proceso y no injerencia.

Políticamente, además, está el costo de la ambigüedad. Si Jara convalida la gramática del Nobel-OTAN y del “militares donde haga falta”, pierde distintividad frente al orden securitario de sus contendores. Si se alinea sin matices al PC, regala el centro. La salida no es una “media tinta”; es un relato propio que integre derechos y orden democrático, soberanía y condena a crímenes, seguridad y Estado social, sin dejar que nadie falte el respeto a su Partido. La palabra que falta no es “voluntad”: es cómo y para quién.

En campaña, las fisuras se pagan caro. Por eso urge pasar del reactivo al propositivo: (1) fijar una doctrina de política exterior anti-intervencionista y de embargo de armas a agresores (sí, también Israel), con apoyo a alto el fuego y corredores humanitarios; (2) en frontera, un paquete integral (inteligencia financiera, trata, control de armas, acuerdos consulares, protección a infancia) y límites constitucionales a la militarización; (3) perímetro de vocerías: que las diferencias internas se tramiten en mesa, y que la campaña hable con una voz, la de la candidata, con criterios públicos no improvisados, pero acordes al programa que gano la primaria, no al que perdió.

Lo que hoy parece “fisura” puede ser ancla si se gobierna como pluralidad con reglas. El riesgo es otro: que el ruido tape el contenido y deje a Jara atrapada en el juego del adversario. Gramsci recordaba que la hegemonía no se gana con silencios, sino con dirección intelectual y moral. Ese es el paso que toca dar: explicar, sin pedir permiso, por qué paz no es intervención, seguridad no es militarización, y moderación no es ambigüedad.

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