Mié. Nov 12th, 2025

“Paz” de ceremonia: Trump declara el fin de la guerra; el genocidio busca otro nombre

Oct 13, 2025
Foto Resumen Latinoamericano

Se invoca la “solución de dos Estados” como horizonte, lo mismo que se invoco en 1947, en 1993 y en todas las negociaciones que lo único que han logrado es dar tiempo al ocupante ilegal para seguir cambiando las cosas sobre el terreno, pero en la letra chica aparece una “autoridad de transición” diseñada “desde afuera”, nuevamente sin los palestinos, y en la práctica siguen el asentamiento, la fragmentación territorial y el control de cielos y fronteras. Frantz Fanon lo dijo sin eufemismos: el colonialismo organiza el espacio por la violencia y llama pacificación a su permanencia. Una paz que no garantice autodeterminación palestina efectiva (territorio continuo, control de recursos, fronteras y seguridad propias) no es solución: es protectorado.

Por Editor El Despertar

Donald Trump proclamó desde Sharm el Sheij que “por fin tenemos paz en Medio Oriente” tras firmar con Egipto, Catar y Turquía el acuerdo que da por terminada la guerra en Gaza. “Hemos logrado lo que todos decían que era imposible”, dijo, mientras Abdel Fattah al Sisi pidió que “la guerra de Gaza sea la última” y habló de reconstrucción y de abrir “el horizonte” a la solución de dos Estados, que el propio gobierno de Benjamin Netanyahu sigue rechazando abiertamente. Hubo liberaciones de rehenes y listas de presos palestinos, convoyes “a raudales” y fotos con una treintena de líderes. La pregunta no es si hubo ceremonia, sino qué paz se firmó.

Llamar paz a un alto el fuego tutelado, sin fin del asedio, sin retirada ocupante, y con un criminal de guerra que seguirá en su puesto como si nada hubiera pasado, sin embargo de armas ni responsabilidad penal por los crímenes cometidos, es administrar el genocidio en silencio, no cerrarlo.

Marx y Engels lo advirtieron con su frialdad clínica: “El derecho no es sino la voluntad de la clase dominante erigida en ley.” Aquí esa voluntad viste de protocolo lo que en el terreno sigue siendo frontera militarizada, población exhausta y una soberanía que se promete en futuro gramatical mientras se niega en presente. Es como si la paz de la Segunda Guerra Mundial se hubiera firmado blindando a Hitler en el poder y poniendo condiciones a los judíos para no terminar en los hornos de exterminio.

Al Sisi dijo: “La paz se complementa con la reconstrucción”. La frase suena noble y describe un negocio. David Harvey lo llama acumulación por desposesión: primero la guerra destruye; luego el capital regresa como reconstrucción, con contratos, conferencias y fondos, sin tocar la relación que hizo posible la destrucción. Si no se levantan el bloqueo, la apropiación de tierras, el régimen de permisos y la impunidad de la cadena de mando, la reconstrucción será, otra vez, cemento sin derechos, susceptible de ser destruido nuevamente en el futuro por los mismos criminales que hoy salen libres de polvo y paja.

El intercambio de personas, rehenes israelíes por presos palestinos, es humanamente valioso, pero no debe encubrir la asimetría estructural. Mientras se anuncian camiones con comida y sueros, nadie explica por qué la ayuda solo entra a ritmo de veto y por qué la prensa independiente estuvo dos años fuera de Gaza salvo bajo escolta. Ese es el corazón de la “paz administrada”: humanitarismo con torniquete. Los victimizados reciben paquetes; la decisión se queda en el mismo lugar.

Se invoca la “solución de dos Estados” como horizonte, lo mismo que se invoco en 1947, en 1993 y en todas las negociaciones que lo único que han logrado es dar tiempo al ocupante ilegal para seguir cambiando las cosas sobre el terreno, pero en la letra chica aparece una “autoridad de transición” diseñada “desde afuera”, nuevamente sin los palestinos, y en la práctica siguen el asentamiento, la fragmentación territorial y el control de cielos y fronteras. Frantz Fanon lo dijo sin eufemismos: el colonialismo organiza el espacio por la violencia y llama pacificación a su permanencia. Una paz que no garantice autodeterminación palestina efectiva (territorio continuo, control de recursos, fronteras y seguridad propias) no es solución: es protectorado.

¿Una paz real? Tiene nombres y apellidos: fin del asedio y de toda forma de castigo colectivo; retirada y desmilitarización con garantías multilaterales; embargo de armas a quien viole el DIH; restablecer y financiar a UNRWA; corredores humanitarios independientes (no “canalizados” por el asediador); acceso pleno a prensa y organismos; rendición de cuentas ante CIJ/CPI y jurisdicción universal; reparación material para la población. Sin esto, la “paz” será un intermedio entre dos capítulos de la misma guerra.

Trump celebró “la felicidad” de la sala y Al Sisi prometió conferencias de donantes. Lo que no dijeron es si Gaza podrá respirar sin permiso. Angela Davis lo recuerda: no hay paz sin derechos y sin soberanía. Y Rosa Luxemburg dejó la brújula: reforma o barbarie. En Gaza, traducido: derechos, fin del asedio y justicia, o la barbarie con otro nombre. La ceremonia terminó; la vida —y su dignidad— aún esperan su firma.

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