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Industria forestal chilena en crisis: cuando el modelo de monocultivo y exportación primaria muestra sus límites

Nov 11, 2025

La presión social se traslada a los eslabones más débiles: pequeños y medianos propietarios con dificultades para replantar; trabajadores subcontratados enfrentando suspensión y cesantía; territorios con economías mono-dependientes que quedan a la deriva cuando el ciclo baja. Mientras tanto, los grandes grupos buscan “alivios” arancelarios, seguros, líneas de fomento y facilidades regulatorias: privatización de ganancias en el auge, socialización de pérdidas en la bajada. El resultado es un país que exporta volúmenes a bajo precio y reimporta valor en productos terminados.

Por Editor El Despertar

La industria forestal atraviesa su peor ciclo en años: sobreoferta global, precios deprimidos de celulosa y madera, aranceles de EE.UU. (10%) y temporadas de incendios que arrasan con los territorios que explota. El impacto se siente en las cifras de quienes llevan décadas con utilidades multimillonarias y con subsidios del Estado: en octubre, las exportaciones forestales cayeron 23,3% interanual, enlazando cuatro meses a la baja. Los gigantes del sector ajustan balances: Arauco perdió US$ 9,9 millones en los nueve primeros meses y CMPC desplomó sus utilidades 65,8% (US$ 164,5 millones al 3T), golpeadas por la sobrecapacidad en China, mínimos históricos de precio en agosto y demanda débil en Brasil, México y Argentina. Empresas Copec reportó utilidades por US$ 635 millones a septiembre, es decir más de 2500 Millones de pesos diarios, que sin embargo representan un 31% menos que el mismo periodo del año pasado, por menor desempeño forestal.

El discurso empresarial, encabezado por Corma, apunta a incendios, robo de madera y usurpaciones. Pero el corazón del problema es estructural: un modelo de monocultivo de pino y eucalipto orientado a commodities (celulosa, tableros), altamente concentrado (grupos Angelini y Matte), dependiente de ciclos externos y con bajo valor agregado local. Cuando el precio internacional cae, la cadena completa cruje: cierres de aserraderos (164), 48 mil empleos perdidos, y 350 mil hectáreas productivas dañadas por incendios que las propias comunidades vienen denunciando hace años como riesgo asociado a la matriz de plantaciones extensivas ya la falta de inversión en prevención.

La presión social se traslada a los eslabones más débiles: pequeños y medianos propietarios con dificultades para replantar; trabajadores subcontratados enfrentando suspensión y cesantía; territorios con economías mono-dependientes que quedan a la deriva cuando el ciclo baja. Mientras tanto, los grandes grupos buscan “alivios” arancelarios, seguros, líneas de fomento y facilidades regulatorias: privatización de ganancias en el auge, socialización de pérdidas en la bajada. El resultado es un país que exporta volúmenes a bajo precio y reimporta valor en productos terminados.

La respuesta pública no debiera limitarse a “aguantar el chaparrón”. Si Chile quiere salir del péndulo de la celulosa y la tabla de commodity, necesita cambiar de matriz con una mayor participación del estado y de la sociedad en la toma de decisiones:

  • Diversificación productiva y encadenamientos locales (madera estructural, CLT, muebles, bioquímicos, papeles especiales).
  • Reorientación foresto-ambiental: restauración de bosque nativo, cortafuegos y ordenamiento territorial que reduzca riesgo de incendios y conflictos hídricos.
  • Trabajo decente: negociación sectorial, formalización y reconversión con ingresos garantizados donde cierren aserraderos.
  • Régimen de responsabilidades: seguros obligatorios y fondos anticíclicos financiados por los grandes actores para no descargar el ajuste en trabajadores y pymes.
  • Reglas claras con territorios: participación vinculante de comunidades y solución política a los conflictos en el Wallmapu, donde el modelo ha operado como factor de despojo.

Lo que hoy golpea a Arauco, CMPC y Masisa no es un “mala racha” coyuntural: es la factura de un patrón extractivo que expone al país a la volatilidad externa, concentra la renta y deja territorios vulnerables. Sin un viraje hacia valor agregado, diversificación, derechos laborales y restauración ecológica, la “crisis del sector” seguirá repitiéndose, cada vez más cara para los trabajadores, las comunidades y el erario público, mientras el bosque nativo y el empleo de calidad siguen ausentes del bosque contable.

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