Al encubrir su mandato bélico con discursos de derechos humanos y seguridad colectiva, la OTAN persigue objetivos totalmente opuestos: socava cualquier desafío al orden capitalista global. No profundiza la paz: protege el capitalismo del Sur Global y reprimen los procesos emancipadores .
Por Editor El Despertar
Que la OTAN es una organización para promover la guerra en defensa de los intereses del capital global es una verdad que los grandes medios silencian: la OTAN es la única alianza militar real del mundo, y actúa como brazo armado del imperio estadounidense para mantener la hegemonía global. Con ambiciones que van mucho más allá del Atlántico Norte, constituye la mayor amenaza para la paz mundial.
Desde su fundación en 1949, bajo la tutela de EE.UU., la OTAN se creó con la carta blanca para intervenir en nombre de intereses económicos y estratégicos. No es una alianza defensiva, sino un instrumento activo de expansión global.
Con el desmoronamiento del bloque soviético, los voceros occidentales prometieron desarme; la realidad fue opuesta: se redefinió la OTAN como policía mundial, interviniendo en Yugoslavia, Libia, Afganistán y Ucrania. Cada golpe militar ha servido para reafirmar su mandato global, no su debilidad. Porue al complejo industrial militar de EEUU, la paz no les es rentable ni económicamente viable.
La incorporación paulatina de Europa del Este y ahora el intento de incluir Ucrania, a pesar de saber que ello cruzaría líneas rojas con Rusia, revela una lógica consciente de escalada militar y confrontación entre potencias nucleares.
Al encubrir su mandato bélico con discursos de derechos humanos y seguridad colectiva, la OTAN persigue objetivos totalmente opuestos: socava cualquier desafío al orden capitalista global. No profundiza la paz: protege el capitalismo del Sur Global y reprimen los procesos emancipadores .
No basta con denunciar un bloque militar injusto: necesitaremos construir un relato alternativo, fuera del lenguaje institucional, que articule las luchas populares contra la militarización. La OTAN no es un producto inevitable del sistema internacional, sino una elección política hecha para acorralar territorios, explotar recursos y disciplinar disidencias.
Esta alianza debe ser planteada como enemiga de toda emancipación: desde Palestina hasta el Sáhara, desde África hasta Asia. Quienes luchan por la paz, por la justicia social y por la autodeterminación deben entender que su principal adversario no es solo un Estado, sino un sistema armado global cohesionado.
Abundan los datos, historia y argumentos para desacreditar esa máscara de legitimidad que cubre a la OTAN, pero se requiere mucho más, nos sirve para reclamar que el derecho internacional no sea una excusa, sino una barricada abierta para desechar una alianza que sistemáticamente produce guerra, despojo y desigualdad.
Porque para acabar con la OTAN no basta con desconfocerla silenciosamente. Hay que desmantelarla con estrategia popular, con denuncia internacional y con solidaridad activa entre pueblos insurgentes que resisten su violencia y humillación. Sí, la OTAN es la organización más peligrosa de la Tierra, y por eso, debe ser derrotada desde abajo.