No es casual que en paralelo el sondeo muestre a Franco Parisi como el único presidenciable con saldo neto positivo. El economista de internet, desligado de estructuras partidarias, representa para ciertos sectores de poder una alternativa “anti-sistema controlada”: un outsider que canaliza descontento sin poner en cuestión la propiedad privada ni la matriz neoliberal. A Kast, por su parte, se lo reconoce como figura polarizadora con gran adhesión y rechazo, pero se lo legitima como actor central, invisibilizando que su discurso es abiertamente autoritario.
Por Equipo El Despertar
El Monitor de Liderazgo Político de agosto de Datavoz vuelve a exhibir una tendencia clara: la sobreexposición negativa de Jeannette Jara, candidata del oficialismo, utilizada por los grandes medios y encuestadoras para tensionar al Partido Comunista y a la izquierda en su conjunto. Según el estudio, las menciones críticas a Jara ya no se centran en su militancia comunista, sino en cuestionamientos sobre su “preparación” y “capacidad de gobernar”. Una forma más sutil de ataque ideológico: la idea de que los comunistas pueden ser activistas, pero no gobernantes.
Paulina Valenzuela, de Datavoz, atribuye la caída de Jara a la “confusión programática” y a la tensión interna del PC tras las declaraciones de Lautaro Carmona. Sin embargo, lo que se omite es que esas mismas tensiones son amplificadas y convertidas en crisis por la prensa empresarial, que instala la imagen de un partido “obstáculo” para el orden neoliberal. El mismo libreto que se aplicó históricamente contra el PC en la transición: exigirle silencio, mientras se tolera que la derecha polarice sin freno.
No es casual que en paralelo el sondeo muestre a Franco Parisi como el único presidenciable con saldo neto positivo. El economista de internet, desligado de estructuras partidarias, representa para ciertos sectores de poder una alternativa “anti-sistema controlada”: un outsider que canaliza descontento sin poner en cuestión la propiedad privada ni la matriz neoliberal. A Kast, por su parte, se lo reconoce como figura polarizadora con gran adhesión y rechazo, pero se lo legitima como actor central, invisibilizando que su discurso es abiertamente autoritario.
La “caída” de Evelyn Matthei y Johannes Kaiser también debe leerse con cautela. Son retrocesos medidos en términos de simpatía neta, pero no implican pérdida de visibilidad ni de poder real. Al contrario: la exposición mediática y su capacidad de instalar agenda se mantiene. Lo que aquí se juega no es si pierden o ganan menciones positivas, sino cómo se consolidan como representantes de la continuidad neoliberal y de su versión más ultra.
En contraste, Jeannette Jara enfrenta el doble rasero: se le exige ser “responsable fiscal”, renunciar a banderas históricas como la nacionalización del cobre y el litio, y al mismo tiempo se le critica por “falta de coherencia” cuando esos retrocesos generan ruido en su base. Es la trampa clásica: obligar a la izquierda a moderarse y luego castigarla por moderarse.
Lo que este monitor revela no es la “verdad” del electorado, sino la correlación mediática de fuerzas: se legitima a los candidatos del capital (Kast, Parisi, Matthei), mientras se busca disciplinar al PC y su candidata a la presidencia. La tarea para los comunistas y sectores populares es clara: revertir la ofensiva ideológica, defender la coherencia programática y disputar el sentido común en la calle y en las redes, donde se juega hoy buena parte de la batalla cultural.