La República Islámica de Irán ha condenado enérgicamente el asesinato de 79 civiles durante un ataque israelí dirigido contra la cárcel de Evin, en las afueras de Teherán. Según informes oficiales, el régimen sionista de Israel habría lanzado una ofensiva directa que resultó en la masacre de prisioneros y trabajadores, en un acto que viola flagrantemente toda norma del derecho internacional —aunque ya sabemos que esa legalidad burguesa solo se aplica cuando conviene al bloque imperialista.
La cancillería iraní ha responsabilizado directamente a Israel y ha exigido a la comunidad internacional que rinda cuentas por este acto de terrorismo de Estado. Pero como es costumbre en la diplomacia del capital global, el silencio de las potencias occidentales —Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania— demuestra que la sangre derramada en Oriente solo importa si mancha los intereses del capital financiero global.
El Estado de Israel representa hoy una de las expresiones más avanzadas del colonialismo capitalista, operando como puesto militar avanzado del imperialismo en Medio Oriente. Lo que se presenta en los medios burgueses como “autodefensa” es en realidad una maquinaria sistemática de ocupación, despojo y aniquilación, primero contra el pueblo palestino y ahora también en el contexto de una escalada bélica regional.
El ataque a la cárcel de Evin no es un “error” ni un acto de “defensa preventiva”, como suelen camuflarlo en los comunicados occidentales. Se trata de un mensaje directo: el Estado sionista se siente con carta blanca para ejecutar civiles en territorio extranjero —y no espera sanción alguna por parte de Naciones Unidas, ni de la Corte Penal Internacional, ni de las “democracias” europeas— porque sirve a los intereses estratégicos del capital transnacional.
No estamos ante un hecho aislado, sino ante la continuación lógica del proyecto colonial sionista, que desde 1948 ha sido sostenido por el armamento y los fondos de Washington, a cambio de actuar como perro guardián del imperialismo en la región. Tal como señaló Lenin en El imperialismo, fase superior del capitalismo, los conflictos armados en las colonias no son una desviación del sistema, sino una consecuencia necesaria de su funcionamiento expansionista:
“El capital financiero desea la conquista de las fuentes de materias primas, el monopolio y la supresión de la competencia por medio de la violencia.”
— Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, Obras Escogidas, Ediciones Progreso.
El ataque sionista no solo apunta a destruir infraestructura: apunta a desmoralizar, intimidar y aterrorizar a los pueblos de la región, enviando un mensaje claro a cualquier intento de resistencia antiimperialista.
Como siempre, los medios dominantes han omitido la noticia o la han relativizado, siguiendo la línea editorial de CNN, BBC, DW y demás aparatos ideológicos de la burguesía global. No hay conferencias de prensa, no hay portadas con fotos de los muertos, no hay llamados urgentes del Consejo de Seguridad. Cuando el asesino viste uniforme israelí y el muerto es árabe o persa, el crimen no tiene rostro para la civilización capitalista. La doble moral del humanismo burgués ha quedado, otra vez, expuesta como instrumento geopolítico al servicio del capital.
Este ataque brutal del sionismo contra civiles iraníes es un crimen de guerra, un acto de terrorismo imperialista y una advertencia a todos los pueblos que resisten al capital global. La lucha contra Israel no es una cuestión de “nacionalismos” religiosos o regionales: es parte de la lucha mundial contra el imperialismo, de la misma forma que lo fueron Vietnam, Argelia o Nicaragua.
La solidaridad con Irán —más allá de las diferencias con su régimen político— debe basarse en el principio de unidad antiimperialista de los pueblos oprimidos contra las potencias coloniales.
“Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no tienen. Como primer paso, el proletariado debe conquistar el poder político y erigirse en clase nacional.”
— Marx y Engels, Manifiesto del Partido Comunista