Las imágenes recientes que muestran incendios premeditados contra casas, vehículos y camiones de reparto, perpetrados por colonos, fueron calificadas por la ONU de “repugnantes” y representativas de un patrón creciente de violencia. En paralelo, miles de palestinos han sido desplazados a la fuerza, una práctica que, según el derecho internacional, puede constituir un crimen de guerra.
Por Equipo El Despertar
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU denunció este viernes un aumento devastador de la violencia contra la población palestina en Cisjordania, registrando 1.017 asesinatos entre el 7 de octubre y el 13 de noviembre, cifra que deja en evidencia la expansión del conflicto más allá de Gaza y confirma el accionar sistemático de soldados y colonos israelíes en el territorio ocupado.
Según explicó el portavoz Thameen Al-Kheetan, octubre marcó un récord histórico en ataques de colonos, con 260 agresiones, la cifra más alta desde 2006. Este aumento coincide con un incremento en demoliciones de viviendas, confiscaciones de tierras, arrestos masivos y severas restricciones de movilidad impuestas por las autoridades israelíes, configurando un escenario de asfixia permanente para las comunidades palestinas.
Las imágenes recientes que muestran incendios premeditados contra casas, vehículos y camiones de reparto, perpetrados por colonos, fueron calificadas por la ONU de “repugnantes” y representativas de un patrón creciente de violencia. En paralelo, miles de palestinos han sido desplazados a la fuerza, una práctica que, según el derecho internacional, puede constituir un crimen de guerra.
Al-Kheetan también subrayó la impunidad casi total con que operan colonos y militares: pese a la gravedad de los hechos, las autoridades israelíes no realizan investigaciones suficientes. De los responsables de incendios documentados, solo cuatro fueron arrestados, y apenas uno permanece detenido. Para el organismo internacional, esta falta de control institucional no es un fallo, sino parte de una política que permite que los ataques continúen y se intensifiquen.
Mientras los asesinatos de palestinos superan el millar, la ONU reportó 59 israelíes muertos en el mismo periodo por ataques palestinos o enfrentamientos. La asimetría evidencia una realidad que va más allá del discurso bélico: Cisjordania —territorio ocupado por Israel desde 1967— vive hoy uno de sus peores ciclos de violencia desde la Segunda Intifada, impulsado por un gobierno que promueve la expansión de asentamientos y por grupos de colonos que actúan como milicias paramilitares bajo protección estatal.
Para las organizaciones de derechos humanos, lo que ocurre en Cisjordania no es una desviación, sino la expresión territorial del proyecto colonial israelí: expulsar, fragmentar y aterrorizar a la población palestina para consolidar el control del territorio. La ONU advierte, pero las luces de alarma chocan con el silencio cómplice de Estados Unidos y la falta de voluntad real de las potencias europeas.
Cisjordania arde, y los números ya no pueden ocultar lo evidente: la ocupación se profundiza, la impunidad se normaliza y el pueblo palestino paga con su vida la expansión del asentamiento y el despojo.
