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Contra el silencio cómplice: 1,5 toneladas de cocaína burlan los controles chilenos

Ago 15, 2025
Foto CiperFoto Ciper Chile

Esto pone al desnudo, un sistema de control que funciona para el show, no para impedir el delito. La simulación de eficiencia en los pasos fronterizos, en realidad, abandonados a su suerte, permite el paso de insumos para el narcotráfico y arrasa con la soberanía. Mientras el espectáculo de los escáneres funciona como coartada, los depósitos reales de cocaína circulan impunes.

Por Equipo El despertar

Hace apenas una semana, la Dirección Antidrogas (Dirandro) de Perú descubrió 1 241 paquetes de cocaína, equivalentes a 1,5 toneladas, ocultos en una máquina moldeadora destinada al puerto del Callao, cuya ruta se inició en el puerto de Arica. El destino final del cargamento: Hong Kong.

Este hallazgo no solo desnuda los tentáculos del narcotráfico transnacional, sino que expone, con crudeza neoliberal, la ineficiencia planificada de los controles fronterizos chilenos. Se usaron métodos ostensibles: revisión física externa, perros detectores y escáneres. Nada logró detectar la carga ilícita. En consecuencia, emergen tensiones entre la Fiscalía y Aduanas debido a versiones contrapuestas y omisiones graves.

Esto pone al desnudo, un sistema de control que funciona para el show, no para impedir el delito. La simulación de eficiencia en los pasos fronterizos, en realidad, abandonados a su suerte, permite el paso de insumos para el narcotráfico y arrasa con la soberanía. Mientras el espectáculo de los escáneres funciona como coartada, los depósitos reales de cocaína circulan impunes.

La disputa entre Fiscalía y Aduanas sobre la responsabilidad de examinar o autorizar la apertura del cargamento no solo es una disputa técnica: es una maniobra política para cubrir negligencias. La ambigüedad institucional sirve para diluir responsabilidades y proteger estructuras, no para enfrentar el crimen organizado ni fortalecer la justicia social.

Chile, estratégicamente ubicado pero permisivo, ha dejado que su alta permeabilidad, tierra, aire y mar, se convierta en camino del narcotráfico internacional. Incautar es anecdótico: lo que importa es cuánto logra entrar y cómo, un asunto central de soberanía nacional y regional. Según reportes de CIPER, Chile incauta mucho menos del 50 % de lo que debería, dadas sus vulnerables fronteras. Y no hay correlato en la reducción del consumo interno.

Ante esta realidad, necesitamos una reevaluación profunda del sistema de control fronterizo, donde Aduanas, Fiscalía y Armada actúen con autonomía real y responsabilidad colectiva. No basta seguir reforzando el modelo de vigilancia meramente performativa; hace falta articular redes sociales, fortalecer cooperativas populares, educación antipandemia narco y soberanía territorial. El narcotráfico no se resuelve con gadgets ni parches legales, sino con una reforma que cuestione el modelo económico globalizado que convierte a Chile y Perú en estaciones de paso, no en comunidades que se construyen a sí mismas.

Esta incautación debe ser el espejo donde nos miremos. No como espectadores, sino como sujetos históricos que exigen cambios de fondo. No estamos para consolarnos con cifras ni simulacros. Estamos para afirmar: soberanía, dignidad, justicia social. La seguridad, la verdadera seguridad, comienza cuando se construye un pueblo consciente, organizado y politizado.

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