En salud, prometió atacar de inmediato las GES atrasadas en cáncer: “Vamos a juntar todos los nombres, RUT, dónde viven, de todas las mujeres que están con cáncer… vamos a saber qué exámenes necesitan, qué tipo de cáncer tienen, quién es el médico tratante”. La intención es atendible; el método, alarmante. Centralizar datos clínicos sensibles desde La Moneda suena bien en campaña y mal en protección de datos, gestión real y priorización sanitaria basada en criterios clínicos, no en un Excel presidencial.
Por Equipo El Despertar
A poco más de un mes de las presidenciales, Evelyn Matthei presentó 50 medidas para sus primeros 100 días bajo el rótulo #AhoraYa. El tono fue de urgencia y mano firme: “fronteras seguras”, seguridad ciudadana con alcaldes, eliminar listas de espera y recortar gastos en ministerios. “El drama es que muchos ciudadanos ya no le creen a nadie”, abrió, prometiendo devolver confianza a fuerza de resultados rápidos.
El primer eje es seguridad: coordinación directa con alcaldes y financiamiento inmediato para cámaras. “El 12 de marzo vamos a pasar el dinero para que la tengan”, dijo. Es la clásica receta de securitización municipal: más tecnología, más vigilancia, el mismo tejido social precario. Gramsci lo describió sin rodeos: cuando el consenso flaquea, se ofrece coerción (o su imagen). Cámaras sin prevención ni políticas de cuidado son costosa utilería.
En salud, prometió atacar de inmediato las GES atrasadas en cáncer: “Vamos a juntar todos los nombres, RUT, dónde viven, de todas las mujeres que están con cáncer… vamos a saber qué exámenes necesitan, qué tipo de cáncer tienen, quién es el médico tratante”. La intención es atendible; el método, alarmante. Centralizar datos clínicos sensibles desde La Moneda suena bien en campaña y mal en protección de datos, gestión real y priorización sanitaria basada en criterios clínicos, no en un Excel presidencial.
El tercer eje es “cortar gastos innecesarios en ministerios”: auditoría “ministerio por ministerio”, revisión de “deudas pendientes”. Y, a propósito, condicionar recursos a municipios que “echen a estas personas que han usado licencias médicas falsas”. La frase calza en la cuña, no en el debido proceso: despedir por “sospecha” para recibir fondos es incentivo a la caza de brujas administrativa. Además, financiar “lo urgente” con tijera reproduce el clásico techo de austeridad: se pretende hacer más recortando, una contradicción de manual.
El cuarto eje promete “crear empleo y crecimiento” con esos ahorros. La economía política diría otra cosa: recortar gasto público enfriando la demanda para “crear empleo” es wishful thinking. Kalecki ya advirtió que a los grandes empresarios les incomoda el pleno empleo; por eso el “crecimiento” que suele venir con tijera es el que disciplina salarios. Si se quiere empleo digno, la ruta es inversión pública, encadenamientos productivos y cuidados como infraestructura, no recortes.
El quinto eje apunta a migración y cárceles: “identificar, con nombre y apellido… a los 3 mil reos que vamos a expulsar”, “nos pondremos en contacto con sus países; si no los aceptan, “con otros”. Es la combinación perfecta de punitivismo y externalización: la expulsión masiva como símbolo (y problema jurídico) que choca con el principio de no devolución, tratados y capacidad diplomática real. Angela Davis lo resume: más castigo no resuelve problemas sociales; los desaparece estadísticamente.
Hay, además, una ecuación de recursos sin despeje: se promete atacar listas de espera, financiar cámaras, montar un catastro clínico nacional, crear empleo… mientras se recorta “gasto innecesario”. Marx lo decía sin adornos: el presupuesto es la contabilidad anual de la dominación de clase. Si no hay nuevos ingresos (impuestos al capital, royalty, cierre de exenciones) y solo hay tijera, los costos caerán donde siempre: programas sociales, territorios y empleo público.
¿Algo rescatable? Que se hable de plazos y responsables. Pero la política seria exige financiamiento identificable, criterios públicos y garantías: 1) en salud, priorización clínica y protección de datos; 2) en seguridad, prevención social y evaluación independiente de tecnologías; 3) en administración, debido proceso y no “listas negras” por licencias; 4) en migración, políticas de integración y cooperación jurídica, no expulsiones espectáculo. Lo demás es gerencialismo con garrote.
