El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansour, confirmó que la misión permanente en Nueva York no será afectada por el veto, debido a los acuerdos de sede con Naciones Unidas. Sin embargo, el propio presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, podría ver restringida su participación. Washington evita pronunciarse al respecto, dejando abierta la posibilidad de limitar su acceso a la Asamblea General, lo que sería un golpe diplomático de enorme magnitud.
Por Equipo El Despertar
El Gobierno de Estados Unidos anunció que negará y revocará los visados de diplomáticos palestinos que tenían previsto asistir a la Asamblea General de la ONU en Nueva York. La medida, comunicada por el secretario de Estado Marco Rubio, constituye un acto de censura diplomática dirigido a silenciar al pueblo palestino precisamente cuando Gaza se prepara para ser el tema central del debate mundial en septiembre.
Aunque Washington alega actuar “de acuerdo con la ley estadounidense”, el trasfondo es evidente: impedir que la denuncia del genocidio cometido por Israel contra el pueblo palestino alcance la máxima resonancia internacional. El anuncio ocurre en momentos en que líderes de Europa, América Latina y el mundo árabe contemplan dar un paso histórico hacia el reconocimiento del Estado palestino.
El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansour, confirmó que la misión permanente en Nueva York no será afectada por el veto, debido a los acuerdos de sede con Naciones Unidas. Sin embargo, el propio presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, podría ver restringida su participación. Washington evita pronunciarse al respecto, dejando abierta la posibilidad de limitar su acceso a la Asamblea General, lo que sería un golpe diplomático de enorme magnitud.
El bloqueo de visas no es un hecho aislado: se enmarca en una política sostenida de apoyo irrestricto a Israel, que incluye el boicot de Estados Unidos a los llamados de la ONU para frenar la hambruna en Gaza y permitir el ingreso de ayuda humanitaria. Al mismo tiempo, la administración Trump —en abierta continuidad con la agenda de la ultraderecha sionista— ha marginado a la Autoridad Palestina, negándole toda legitimidad mientras mantiene silencio cómplice frente a los crímenes de guerra israelíes.
Lo que EE.UU. denomina “defender el interés nacional” es, en realidad, blindar la impunidad de su aliado estratégico en Oriente Medio. Condicionar la participación palestina en la ONU a que “repudien el terrorismo” mientras se ignoran las masacres, bombardeos y bloqueos que Israel perpetra diariamente, constituye una muestra brutal de doble rasero: exigir sumisión a la víctima mientras se premia al victimario.
Pese a estas maniobras, el aislamiento político de Washington y Tel Aviv crece. Según anticipó Mansour, una decena de Estados podría aprovechar la Asamblea General para reconocer formalmente a Palestina, llevando a más de 160 el número de países que ya lo hacen. El veto de visas es, entonces, no solo un intento de silenciar, sino una señal de debilidad de un imperio que sabe que pierde la batalla moral y política en el escenario internacional.