Mié. Nov 12th, 2025

Hambre Cero 2030: el mundo promete, el capital recorta y la muerte llega a la hora

Oct 9, 2025
Foto AP

Detrás del parte humanitario está la economía política del hambre: concentración extrema en granos, fertilizantes, semillas y fletes; especulación financiera sobre alimentos básicos; deuda y austeridad que achican compras públicas, salud y protección social; y donantes que recortan justo cuando más se necesita. Marx lo escribió sin perfume: “La acumulación de riqueza en un polo es, al mismo tiempo, acumulación de miseria en el polo opuesto.” La cadena agroalimentaria global acelera márgenes mientras convierte el derecho a comer en mercado.

Por Equipo El Despertar

El Índice Global del Hambre 2025 (GHI) lo dice sin rodeos: “Hambre Cero para 2030” es inalcanzable al ritmo actual. Hay 673 millones de personas sin calorías suficientes y el número de personas amenazadas por hambruna se duplicó en 2024 hasta 2 millones. 56 países no alcanzarán niveles bajos de hambre. Las causas se superponen: guerras, con Gaza y Sudán como epicentros, crisis climática, 2024 fue el año más caluroso, y recortes en financiamiento humanitario. “Solo en el último año, las guerras provocaron 20 crisis alimentarias agudas que afectaron a casi 140 millones de personas”, dijo Marlehn Thieme.

No es fatalidad; es política. En Gaza, la hambruna es fabricada: asedio total, rutas de ayuda bloqueadas, ataques a hospitales y almacenes. El hambre como método de guerra está prohibido por el DIH; aquí se aplica a plena luz. En Sudán, el entrevero de facciones y padrinazgos regionales cortó rutas, mercados y siembras; otra hambruna anunciada. Amartya Sen lo explicó hace décadas: las hambrunas no surgen por falta de alimentos, sino por falta de derechos para acceder a ellos.

Detrás del parte humanitario está la economía política del hambre: concentración extrema en granos, fertilizantes, semillas y fletes; especulación financiera sobre alimentos básicos; deuda y austeridad que achican compras públicas, salud y protección social; y donantes que recortan justo cuando más se necesita. Marx lo escribió sin perfume: “La acumulación de riqueza en un polo es, al mismo tiempo, acumulación de miseria en el polo opuesto.” La cadena agroalimentaria global acelera márgenes mientras convierte el derecho a comer en mercado.

El mapa del GHI no miente: África subsahariana y el sur de Asia siguen en situación grave; Asia occidental y África del Norte estancadas, con catástrofes en Gaza y Yemen; 27 países empeoraron desde 2016. América Latina y el Caribe muestran indicadores “moderados–bajos”, pero con bolsones de inseguridad alimentaria donde hubo retroceso en ingresos, programas y precios. Llamarlo “moderado” a nivel global (valor 18,3 vs 19,0 en 2016) es un anestésico estadístico: millones de vidas caben en un decimal.

El hambre es trabajo no remunerado para los hogares y renta para los de arriba: de la agroexportación de monocultivos sedientos a la privatización de agua y suelos, y al dumping que quiebra agriculturas locales. Por eso la receta tecnocrática (“resiliencia”, “productividad”) suena hueca si no toca propiedad, poder de mercado y reglas de comercio.

Salidas hay, pero requieren coraje político:

  • Alto el fuego y fin del asedio en Gaza; corredores humanitarios independientes y verificados.
  • Condonación/moratoria de deuda en países con crisis alimentaria; fin de la austeridad que recorta redes de protección.
  • Embargo a la especulación con alimentos básicos (límites de posición/derivados) y reservas públicas de granos.
  • Impuesto extraordinario a ganancias de gigantes agroalimentarios para financiar school meals universales, transferencias a la infancia y compras locales.
  • Apoyo masivo a agricultura campesina y agroecología (La Vía Campesina), reforma de tierras donde proceda y agua como bien común.
  • Financiamiento climático real para adaptación rural; transición energética que no destruya suelos ni expulse comunidades.

Si los gobiernos “no pueden” y los donantes “no llegan”, es por elección. “El Estado moderno no es sino el comité que administra los negocios comunes de la burguesía” (Marx y Engels). Hoy ese comité aprueba armas y recorta alimentos. Rosa Luxemburg dejó la disyuntiva: reforma o barbarie. En 2025, traducido: o se gobierna el sistema alimentario contra la concentración, la guerra y el clima, o seguiremos gestionando el hambre por planillas mientras la vida se mide en minutos.

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