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Venganza”, dice Matthei: cuando llamar justicia por su nombre incomoda a los mismos de siempre

Oct 30, 2025
xr:d:DAErOKGP6WI:8810,j:5089460431465860112,t:23060904Foto BioBioChile

Decir “venganza” cuando se habla de encontrar huesos es más que una falta de respeto: es una operación ideológica. Transforma el derecho en capricho, la verdad en obsesión y la justicia en revancha. Frantz Fanon lo escribió para otras geografías pero sirve aquí: el colonialismo —y su pariente criollo, el terrorismo de Estado— organiza el espacio por la violencia y luego llama pacificación a su impunidad. Llamar “venganza” al Plan de Búsqueda es el primer paso para volverlo prescindible.

Por Equipo El Despertar

Evelyn Matthei volvió a poner el dedo… donde a su sector no le duele: la memoria. En radio Cooperativa cuestionó el Plan Nacional de Búsqueda, la política estatal que desde 2023 intenta esclarecer el destino de más de mil detenidos desaparecidos, y aseguró que en su gobierno “funcionaría bastante distinto”, porque para algunas personas “no es búsqueda, es venganza”. También disparó contra el INDH, al que acusa de “perseguir carabineros”, y adelantó que no seguiría con el Museo de la Memoria de Concepción. Después intentó matizar: “hubo violaciones de derechos humanos y eso no se puede ni se debe repetir”. Pero el guion ya estaba dicho.

La respuesta llegó sin rodeos desde el oficialismo. Jeannette Jara habló de “deshumanidad” y recordó a la Matthei que “abrazaba a Pinochet”: “Decir que buscar justicia o incluso el cuerpo de un familiar es venganza es una deshumanidad tremenda”. La candidata de Unidad por Chile comprometió fortalecer el Plan de Búsqueda: “Si a uno le hubieran desaparecido un hijo, no dejaría de buscarlo ni dejaría de buscar justicia”. La diferencia no es semántica: es ética y política.

Decir “venganza” cuando se habla de encontrar huesos es más que una falta de respeto: es una operación ideológica. Transforma el derecho en capricho, la verdad en obsesión y la justicia en revancha. Frantz Fanon lo escribió para otras geografías pero sirve aquí: el colonialismo —y su pariente criollo, el terrorismo de Estado— organiza el espacio por la violencia y luego llama pacificación a su impunidad. Llamar “venganza” al Plan de Búsqueda es el primer paso para volverlo prescindible.

El blanco al INDH y al Museo de la Memoria completa la escena. El mensaje implícito es que los lentes que miran al Estado molestan, que recordar cómo y a manos de quién se torturó, hizo desaparecer y asesinó a chilenos es “sesgo”, “ideología”, “obsesión”. Marx y Engels lo pusieron sin barniz: “El Estado moderno no es sino el comité que administra los negocios comunes de la burguesía”. Ese comité siempre prefirió olvido antes que veredicto; y cuando no puede borrar, relativiza.

El Plan de Búsqueda, primera política permanente con acceso coordinado a archivos militares y judiciales, impulsada por el Ministerio de Justicia y respaldada por organismos internacionales, no es un programa “del Gobierno”; es una obligación del Estado. Se llama garantías de no repetición: verdad, justicia, reparación, reforma de las fuerzas del orden y memoria activa. Convertir eso en “venganza” resta una palabra y suma dos: impunidad y miedo.

Que a Matthei le incomode el marco no sorprende: su sector siempre quiso cerrar el libro con punto final y con “por algo será”. Pero no hay democracia con fosas abiertas. No hay “sensatez” en prometer manos duras hacia abajo y manos de sed con los responsables de arriba. Y no hay “centrismo razonable” en negar un museo que enseña lo obvio: cuando el Estado decide que algunos no son vidas sino enemigos, la barbarie se vuelve método.

La elección es simple. O el país termina lo que empezó —buscar a los suyos, juzgar a los culpables, reparar a las familias, educar en memoria— o vuelve a la vieja receta: orden sin verdad y paz sin justicia. Llamarlo “venganza” no cambia su nombre. Cambia, eso sí, el lugar desde donde se habla: del lado de quienes todavía buscan o del lado de quienes todavía se excusan. Y ahí no hay neutralidad posible.

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