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EE.UU. intensifica su guerra económica contra Cuba: sanciona a Díaz-Canel en nombre de los “derechos humanos”

Jul 11, 2025
Foto EFE

El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció este jueves sanciones contra el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, bajo el argumento de su supuesta implicación en “graves violaciones de derechos humanos” durante las protestas del 11 de julio de 2021. La medida impone restricciones de visado y se inscribe en la Ley de Asignaciones de Operaciones Extranjeras de EE.UU.

La acción fue comunicada públicamente por el secretario de Estado Antony Blinken, quien afirmó que “seguiremos apoyando al pueblo cubano en su demanda de libertades y derechos”, repitiendo el mismo guión hipocrita que ha servido por más de seis décadas para justificar políticas de asfixia económica y bloqueo contra la isla, mientras se han dedicado a derrocar gobiernos, promover dictaduras y legtimar genocidios, durante el mismo período..

Sin embargo, para vastos sectores de la izquierda internacional, lo que EE.UU. llama “derechos humanos” no es otra cosa que una coartada imperial para castigar a gobiernos que no se subordinan a sus intereses estratégicos.

El cinismo imperial: sancionar mientras se bloquea

La paradoja es evidente: mientras Washington dice “apoyar al pueblo cubano”, mantiene un bloqueo económico criminal que impide el acceso a alimentos, medicamentos, insumos médicos y recursos básicos. El mismo bloqueo que ha causado daños económicos estimados en más de 150 mil millones de dólares desde su imposición.

Como señaló el propio gobierno cubano este viernes:

“No tienen autoridad moral para hablar de derechos humanos quienes torturan en Guantánamo, financian genocidios en Gaza y apoyan golpes de Estado en América Latina.”

En lugar de aliviar la presión sobre la isla, Estados Unidos endurece su ofensiva en el marco de una doctrina imperial que asocia protesta social en Cuba con represión, pero calla ante la brutalidad policial en sus propias calles o en las de sus aliados.

Un manual viejo: castigar a los que no se arrodillan

Desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, la estrategia norteamericana ha sido clara: aislar, sancionar y desestabilizar cualquier proyecto soberano que cuestione la hegemonía del capital internacional. Lo hicieron con Cuba, luego con Nicaragua, Venezuela, Bolivia, y más recientemente con gobiernos progresistas en África y Asia.

En palabras de Marx, lo que EE.UU. defiende no es la libertad abstracta, sino la libertad del capital para expandirse sin resistencia:

“El capital… no tolera ninguna barrera. Allí donde encuentra obstáculos, los derriba con la violencia más brutal.”
(El Capital, Tomo I)

La Revolución Cubana es, desde su origen, una barrera contra ese avance. Y por eso el castigo es permanente.

¿Represión en Cuba? Contextualicemos.

Las protestas del 11 de julio de 2021 fueron amplificadas por redes sociales manipuladas y operaciones de propaganda financiadas desde Miami. Si bien hubo detenciones —como en cualquier Estado bajo tensión interna— lo que no se dice es que ocurrieron en un país bloqueado, saboteado y atacado sistemáticamente.

Mientras tanto, EE.UU. sigue invadiendo países, asesinando civiles con drones, apoyando dictaduras aliadas como Arabia Saudita, e ignorando completamente las masacres de gobiernos amigos como Israel. Pero en Cuba… ven “represión”.

Conclusión: dignidad bajo asedio

Esta nueva sanción contra Díaz-Canel no es una defensa de los derechos humanos, sino un acto de guerra económica con ropaje moral. Es parte de la misma maquinaria imperial que no tolera soberanía popular, que castiga la dignidad revolucionaria y que no soporta que un pueblo —con todas sus limitaciones— elija no vivir de rodillas.

Esto no es un conflicto de “valores”, sino de clases y de bloques históricos: el imperialismo norteamericano versus los pueblos que resisten.

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