En el marco de un acto de solidaridad con Cuba, el embajador cubano en Panamá, Víctor Cairo Palomo, denunció que el gobierno de Estados Unidos sigue dando refugio y protección a individuos responsables de actos terroristas contra la Revolución Cubana, incluidos autores materiales e intelectuales del ataque contra la embajada de Cuba en Washington en 2023, y de numerosos sabotajes, atentados e intentos de desestabilización desde la década de 1960.
El diplomático recordó que Cuba ha sido víctima de más de 700 actos terroristas en los últimos 60 años, la mayoría con origen, financiamiento o complicidad directa desde territorio estadounidense. Sin embargo, ni uno solo de estos crímenes ha sido juzgado por la justicia norteamericana.
“Estados Unidos, que se arroga el derecho de señalar a otros países por terrorismo, ha protegido durante décadas a criminales confesos como Luis Posada Carriles”, señaló el embajador.
Terrorismo: herramienta imperial contra los pueblos que resisten
El terrorismo contra Cuba no es una excepción ni un exceso del imperialismo, sino una forma sistemática de guerra encubierta contra un proceso revolucionario que, con todos sus límites, se atrevió a romper con el orden burgués continental.
Cuba —tras la Revolución de 1959— expropió a la burguesía, nacionalizó la banca, erradicó el analfabetismo y expulsó a las mafias estadounidenses. Desde entonces, ha sido tratada como “enemigo permanente” por el capital imperialista.
“El imperialismo no perdona al que se le escapa.”
(Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo)
EE.UU.: exportador de muerte y protector de terroristas
Mientras Estados Unidos justifica genocidios, guerras, sanciones y bloqueos en nombre de los “derechos humanos”, ha dado cobijo a decenas de criminales responsables de colocar bombas en hoteles cubanos, derribar aviones civiles, y organizar redes de sabotaje desde Miami.
El caso más infame es el de Luis Posada Carriles, exagente de la CIA y autor del atentado al vuelo 455 de Cubana de Aviación en 1976, que dejó 73 muertos. EE.UU. se negó a extraditarlo hasta su muerte, pese a que estaba acusado de terrorismo internacional.
La impunidad continúa hasta hoy, con los responsables del ataque con bombas molotov a la embajada cubana en 2023 caminando libremente por las calles de Washington.
La denuncia en Panamá: una ofensiva diplomática con historia
Cuba ha llevado estos casos a múltiples foros internacionales, desde la ONU hasta CELAC y ALBA, pero los organismos internacionales guardan silencio ante el terror del poderoso.
El acto en Panamá no es solo un evento simbólico, sino parte de una estrategia de denuncia que busca visibilizar la doble moral del imperialismo, que criminaliza a los pueblos que se defienden, mientras blinda a quienes atacan desde la impunidad blanca del Norte global.
Conclusión: el imperialismo no lucha contra el terrorismo, lo fabrica
Lo que Cuba denuncia hoy en Panamá no es nuevo: es la continuidad de una política de guerra sucia contra cualquier proyecto que cuestione la dominación capitalista global. EE.UU. no combate el terrorismo: lo utiliza como herramienta de control geopolítico.
Cuba resiste hace más de seis décadas bajo bloqueo, amenazas, atentados, sabotajes y campañas de difamación. Y lo hace sin bases militares extranjeras, sin deuda con el FMI, sin ceder a los dictados del capital.
Por eso, como dijo Fidel Castro:
“Cuando el imperialismo tiembla ante la dignidad de un pueblo pequeño, es porque ese pueblo ha comenzado a vencer.”