Dom. Ago 3rd, 2025

Tel Aviv se moviliza contra el genocidio pero calla sobre la ocupación.

Jul 19, 2025
Foto EFE

Por Equipo El Despertar

El Primer Ministro, bajo investigación judicial por corrupción y enfrentado a una ola de protestas internas, se mantiene en el poder mediante una coalición de ultraortodoxos, fascistas religiosos y militares de línea dura. Pero incluso dentro de las Fuerzas Armadas, hay malestar: rehenes sin rescate, costo económico creciente, aislamiento internacional, y una imagen global de Israel como Estado criminal.

En medio delgenocidio en curso, miles de ciudadanos israelíes salieron a las calles este sábado para exigir una tregua inmediata, la liberación de los rehenes israelíes y la realización de elecciones anticipadas.
Los manifestantes, concentrados en la Plaza de los Museos, portaban pancartas contra el gobierno de Netanyahu y denunciaban el alto costo humano del conflicto. Pero a pesar de su masividad, la protesta se mantuvo dentro de los márgenes del discurso sionista, exigiendo paz sin cuestionar las causas estructurales del conflicto: la ocupación, el apartheid y la limpieza étnica del pueblo palestino.

El eje de las movilizaciones no fue la solidaridad con Palestina, sino el fracaso político, militar y económico del actual gobierno. La mayoría de los convocantes exigen “una tregua” y “el retorno de los secuestrados” como prioridad, sin condenar de forma directa el genocidio sistemático que el Estado israelí ejecuta sobre Gaza, con más de 60.000 muertos desde 2023, la mayoría civiles.

Lo que estas protestas evidencian es una crisis dentro del sionismo, donde parte de la población teme que la guerra eterna ponga en riesgo el pacto colonial interno que garantiza el privilegio judío-israelí a costa de la vida palestina.

El Primer Ministro, bajo investigación judicial por corrupción y enfrentado a una ola de protestas internas, se mantiene en el poder mediante una coalición de ultraortodoxos, fascistas religiosos y militares de línea dura. Pero incluso dentro de las Fuerzas Armadas, hay malestar: rehenes sin rescate, costo económico creciente, aislamiento internacional, y una imagen global de Israel como Estado criminal.

No obstante, cambiar a Netanyahu no equivale a cambiar la naturaleza del Estado de Israel, construido sobre la expulsión, el racismo estructural y la lógica del exterminio colonial. Los sectores que podrían representar una crítica radical al sionismo —como Hadash, Balad o algunos movimientos anticoloniales judíos— no tienen presencia real en estas protestas masivas. Lo que predomina es un pacifismo liberal, que clama por “dos Estados” y “coexistencia”, sin tocar las raíces económicas, militares y racistas de la ocupación.

Desde la izquierda no debemos perdernos ni dejar que estas manifestaciones nos lleven a error: no hay tregua justa sin descolonización; no hay paz verdadera sin derecho al retorno; y no hay democracia en un Estado que legaliza el apartheid y bombardea escuelas. y hospitales

La marcha en Tel Aviv muestra que incluso dentro de Israel hay fracturas en el consenso de guerra, pero también deja claro que la mayoría de la sociedad israelí sigue sin cuestionar su rol de opresor.
Solo una ruptura real con el proyecto sionista —que incluya el fin de la ocupación, el derecho al retorno de los refugiados, la abolición del Estado confesional racista y la construcción de una Palestina laica, socialista y democrática para todos— podrá abrir paso a una paz verdadera. Lo demás son concesiones.
Y el pueblo palestino no necesita concesiones: necesita justicia.

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