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Tucker Carlson: la ultraderecha estadounidense reconoce la derrota imperial en Ucrania

Jul 20, 2025
Imagen Resumen Latinoamericano

Tras más de tres años de conflicto, decenas de miles de muertos y cientos de miles de millones en ayuda militar, el gobierno de Kiev no ha logrado revertir el control ruso del Donbass, Crimea ni las zonas del sur ocupadas. Las fuerzas de la OTAN, aunque presentes con asesoría e inteligencia, han evitado una confrontación directa que desate una guerra nuclear.

Por Equipo El Despertar

En una entrevista transmitida en medios afines al trumpismo, el ex presentador de Fox News, Tucker Carlson, sostuvo que “hay que admitirlo: Rusia ganó en Ucrania”. La frase, lejos de ser una admisión objetiva o una postura pacifista, forma parte de una nueva estrategia discursiva de la derecha estadounidense, que busca marcar distancia del sector atlantista-globalista que empujó la guerra, sin renunciar al imperialismo como doctrina. En ese contexto, “Rusia ganó” no es una rendición de principios: es una reformulación del poder desde el ala ultranacionalista, que quiere replegar al imperialismo hacia adentro para reorganizarlo.

Tras más de tres años de conflicto, decenas de miles de muertos y cientos de miles de millones en ayuda militar, el gobierno de Kiev no ha logrado revertir el control ruso del Donbass, Crimea ni las zonas del sur ocupadas. Las fuerzas de la OTAN, aunque presentes con asesoría e inteligencia, han evitado una confrontación directa que desate una guerra nuclear.

Los sectores más radicales del establishment liberal insisten en la narrativa de “resistencia democrática”, mientras en el terreno se impone la evidencia: Ucrania ha sido usada como carne de cañón para los intereses estratégicos de EE.UU. y Europa Occidental.

Carlson, como portavoz de la franja MAGA, no es pacifista: es nacionalista, racista, antiliberal y pro-autoritarismo blanco-cristiano. Pero dentro de esa visión, también propone replegar al imperio hacia sus fronteras internas, suspender aventuras militares costosas y concentrarse en la “decadencia doméstica”. Es decir, no rechaza el imperialismo: quiere administrarlo con eficiencia empresarial; y no condena la guerra: condena el fracaso del globalismo liberal en el manejo de la guerra. Su crítica no es moral ni humanitaria: es gerencial.

Las palabras de Carlson apuntan a una realidad que ya ni el Pentágono puede ocultar: El dólar pierde hegemonía en el Sur Global; El bloque BRICS se expand; El control territorial en Ucrania es irreversible a corto plazo; y la opinión pública occidental está agotada por las crisis internas.

La hegemonía unipolar se descompone. Y los voceros del imperio ahora discuten cómo administrar su decadencia. La frase de Tucker Carlson debe leerse no como gesto de paz, sino como cambio táctico del imperialismo norteamericano, que prepara nuevas formas de intervención, control y dominación.

El enemigo no se desarma: se reconfigura. Y la izquierda internacional debe evitar el error de celebrar acríticamente a figuras como Carlson solo porque “critican a la OTAN”. Porque si la OTAN representa la dictadura del capital transnacional, Carlson representa su versión neofascista.

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