En el modelo neoliberal chileno, el tipo de cambio no es solo un dato financiero: es un mecanismo directo de transferencia de crisis del centro imperial al país dependiente. Cada vez que el dólar sube: aumentan los precios de bienes importados (más del 50% del consumo nacional); se encarece la deuda externa pública y privada; se disparan los márgenes de ganancia de exportadores privados (forestales, mineras, agroindustria); y se precariza la vida del pueblo, que paga más por lo mismo o menos por todo.
Por Equipo El despertar.
Este viernes, el dólar cerró en $961,7 en el mercado chileno, con una alza de $12,4 en un solo día, presionado por factores globales como la caída del cobre y la reactivación de tensiones comerciales encabezadas por el expresidente estadounidense Donald Trump. El cobre, principal exportación chilena, sufrió un nuevo retroceso debido al anuncio de aranceles de hasta 15% sobre su importación a EE.UU., medida que entrará en vigencia el 1 de agosto.
Para el pueblo trabajador, esta noticia se traduce en una sola palabra: encarecimiento.
Porque mientras los analistas celebran la “fuerza del dólar”, los precios de los alimentos, medicamentos, transporte y servicios básicos se disparan, empujando al alza la inflación y hundiendo aún más los ingresos reales.
En el modelo neoliberal chileno, el tipo de cambio no es solo un dato financiero: es un mecanismo directo de transferencia de crisis del centro imperial al país dependiente. Cada vez que el dólar sube: aumentan los precios de bienes importados (más del 50% del consumo nacional); se encarece la deuda externa pública y privada; se disparan los márgenes de ganancia de exportadores privados (forestales, mineras, agroindustria); y se precariza la vida del pueblo, que paga más por lo mismo o menos por todo.
La “fortaleza del dólar” es, en realidad, el reflejo de nuestra vulnerabilidad estructural como economía primario-exportadora, financierizada y sin soberanía monetaria. El precio del cobre volvió a caer en los mercados internacionales. En la Bolsa de Metales de Londres bajó 0,5%, y en los futuros Comex retrocedió hasta US$5,7 la libra. La razón: el nuevo arancel estadounidense anunciado por Trump.
Pero este “problema” tiene historia. Chile no controla su principal recurso. El 70% de la producción de cobre está en manos de consorcios privados extranjeros (como BHP, Anglo American, Glencore), que exportan cobre y rentas sin dejar más que contaminación y zonas de sacrificio.
Ahora, con la caída de precios, la ganancia baja… pero el pueblo paga la diferencia. Mientras el dólar sube y el cobre baja, Trump aprovecha para chantajear a las economías del sur: aranceles, sanciones, amenazas y presiones monetarias se articulan para mantener el dominio de EE.UU. sobre la estructura económica mundial.
En ese esquema, Chile es un peón servil: sin control de sus exportaciones, sin política industrial, sin banca pública fuerte, sin soberanía sobre su moneda ni su comercio exterior.
El Banco Central, mientras tanto, mira el alza del dólar con la misma receta de siempre: dejar que el mercado “corrija”, es decir, esperar que el pueblo se adapte al nuevo castigo. La noticia del alza del dólar no es “técnica”. Es profundamente política y de clase.
Cada punto que sube el billete verde es un golpe a los bolsillos populares y una ganancia para los especuladores. Cada punto que cae el cobre es una advertencia de que Chile no puede seguir siendo una mina con bandera.
La única salida es clara: Nacionalización completa del cobre y el litio, mayor control estatal sobre el comercio exterior; soberanía monetaria real, y planificación económica basada en las necesidades del pueblo, no en los precios del mercado mundial.
Como dijo Lenin: “El imperialismo es la fase superior del capitalismo. Y sólo con revolución se puede romper su dominación.”