Sáb. Ago 2nd, 2025

EE.UU. e Israel rechazan el reconocimiento francés a Palestina: el terrorismo imperial no tolera ni los símbolos de autodeterminación.

Jul 27, 2025

Estados Unidos e Israel actúan como una misma estructura de poder geopolítico y económico, en la que EE.UU. financia, arma y legitima la ocupación israelí; Israel testea armas, drones y tecnologías de control social sobre el pueblo palestino para luego exportarlas a otros regímenes represivos del mundo; y ambos coordinan su política exterior en foros internacionales para bloquear cualquier avance simbólico o jurídico del pueblo palestino.

Por Equipo El Despertar

Con “rotundidad” y sin matices, los gobiernos de Estados Unidos e Israel han rechazado el anuncio del presidente francés Emmanuel Macron de reconocer oficialmente al Estado palestino. Mientras Macron trata de recomponer su imagen global, luego del apoyo incondicional entregado al genocidio durante más de un año, con un gesto que no altera el poder real sobre el terreno, Washington y Tel Aviv han activado su maquinaria de presión para invalidar hasta la mera idea de una Palestina soberana.

El rechazo no sorprende. Porque para el imperialismo anglosajón y su enclave colonial en Medio Oriente, Palestina no debe existir ni como pueblo ni como Estado. Su sola mención, aunque venga de un país aliado e igual de colonial como Francia, activa los reflejos defensivos del orden global basado en ocupación, extractivismo, racismo y militarización.

Estados Unidos e Israel actúan como una misma estructura de poder geopolítico y económico, en la que EE.UU. financia, arma y legitima la ocupación israelí; Israel testea armas, drones y tecnologías de control social sobre el pueblo palestino para luego exportarlas a otros regímenes represivos del mundo; y ambos coordinan su política exterior en foros internacionales para bloquear cualquier avance simbólico o jurídico del pueblo palestino.

Por eso, el reconocimiento francés, aunque tardío y limitado, ha sido calificado como “inaceptable” por Washington y como “un premio al terrorismo” por el régimen de Netanyahu. Ambas respuestas revelan el carácter genocida y supremacista de sus gobiernos y de la mayoría de sus sociedades.

Francia no es antiimperialista. Macron no es aliado del pueblo palestino. Pero en un contexto de crisis política interna, pérdida de peso en el escenario internacional y presión diplomática desde el sur global, su gobierno intenta lavarse la cara con un acto simbólico de “reconocimiento”, que no implica el fin de relaciones con Israel; mucho menos una ruptura de acuerdos comerciales, tampoco una suspensión de cooperación militar, es decir, ninguna acción concreta sobre los territorios ocupados.

Aun así, para el sionismo y sus padrinos imperiales, cualquier gesto que sugiera que Palestina existe como sujeto político autónomo debe ser aplastado. El rechazo a este reconocimiento expone el núcleo real de la política internacional: No hay neutralidad posible frente a un régimen de apartheid, ocupación y limpieza étnica.

EE.UU. y sus satélites no están interesados en “paz”, “diálogo” ni “soluciones de dos Estados”.
Están interesados en mantener la subordinación total del pueblo palestino, destruir su resistencia y garantizar el dominio sionista sobre la región como base de sus intereses estratégicos.

Por eso, cualquier intento de legitimar la existencia de Palestina, aunque sea desde una diplomacia burguesa europea, es visto como una amenaza geopolítica. El rechazo del imperialismo al reconocimiento de Palestina muestra que no hay salida diplomática sin ruptura real del orden imperial.

Los pueblos del mundo no deben confiar en los gestos simbólicos de Macron ni en las declaraciones vacías de la Unión Europea. La única fuerza capaz de liberar a Palestina es la resistencia organizada del pueblo palestino, junto con el apoyo militante y revolucionario de los pueblos del sur global.

Como escribió Ghassan Kanafani: “No se puede hablar de soluciones diplomáticas con quienes niegan tu existencia. Solo queda la lucha.” y desde el Sur Global, la solidaridad y el soporte.

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