Mié. Ago 6th, 2025

De Hiroshima a Gaza: la hipocresía de las potencias y el silencio cómplice del mundo

Ago 6, 2025

Por Daniel Jadue

Este 6 y 9 de agosto, el mundo conmemora 80 años desde los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Dos actos de barbarie y terrorismo de Estado que marcaron el inicio de una era de supremacía militar disfrazada de paz. Estados Unidos, el único país que ha usado armas nucleares contra civiles, sigue presentándose como garante de la democracia global, mientras perpetúa, junto a sus aliados, crímenes que rivalizan en horror con aquellos que dice condenar.

Hoy, mientras se depositan flores en los parques de la memoria japonesa, en Gaza no hay parques. Hay escombros, cadáveres, niños mutilados, hospitales destruidos. Más de 60.000 palestinos han sido asesinados en menos de un año por el Estado genocida de Israel, con el respaldo explícito de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea. ¿Dónde están los minutos de silencio por ellos? ¿Dónde están las condenas unánimes, los tratados, las sanciones?

La historia no se repite, pero rima. Hiroshima fue el laboratorio del terror moderno. Gaza es su continuación, con drones en vez de bombarderos, con algoritmos que deciden a quién matar, con una prensa occidental que maquilla el genocidio como “conflicto” y “derecho a defensa”. La misma lógica imperial que justificó la destrucción de ciudades enteras en Japón hoy legitima la limpieza étnica en Palestina.

Las potencias que lloran Hiroshima mientras financian el exterminio en Gaza no tienen autoridad moral. Son cómplices. Son responsables. Y los gobiernos que callan también lo son. No basta con declaraciones tibias ni llamados a la paz abstracta. Se necesita una ruptura real con el orden internacional que permite que un Estado ocupante, genocida y terrorista, masacre a un pueblo entero con impunidad.

Como hijo de refugiados palestinos, como militante comunista, como latinoamericano, no puedo sino denunciar esta hipocresía. La memoria de Hiroshima exige acción. No para repetir el lamento, sino para impedir que el horror se normalice. Gaza no necesita compasión: necesita justicia. Y esa justicia solo vendrá cuando el mundo deje de mirar hacia otro lado.

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