Entre las acciones que lideraron las ganancias destacan las de bancos y grandes cadenas de comercio, sectores que han reportado utilidades millonarias mientras el poder adquisitivo de la población sigue erosionado por el alza sostenida en el costo de vida. Para economistas críticos, la brecha entre los récords bursátiles y la realidad laboral confirma que el crecimiento del capital financiero no se traduce en mejoras para la mayoría.
Por Equipo El Despertar
El índice S&P IPSA de la Bolsa de Comercio de Santiago cerró este miércoles en 8.700 puntos, alcanzando su máximo histórico, impulsado por el buen desempeño de las acciones de empresas del sector bancario, retail y materias primas.
El salto bursátil fue explicado por analistas como una reacción positiva a señales de estabilidad macroeconómica y expectativas de recortes en la tasa de interés del Banco Central, así como al repunte de los mercados internacionales. Sin embargo, el récord contrasta con el panorama que vive la mayoría de las y los trabajadores en Chile, donde la mitad de la población ocupada percibe $611 mil o menos al mes, según datos recientes del INE.
Entre las acciones que lideraron las ganancias destacan las de bancos y grandes cadenas de comercio, sectores que han reportado utilidades millonarias mientras el poder adquisitivo de la población sigue erosionado por el alza sostenida en el costo de vida. Para economistas críticos, la brecha entre los récords bursátiles y la realidad laboral confirma que el crecimiento del capital financiero no se traduce en mejoras para la mayoría.
El desempeño del IPSA también estuvo apuntalado por empresas del sector minero, beneficiadas por expectativas de mayor demanda externa pese a la paralización temporal de faenas en Codelco tras la tragedia de El Teniente. Inversionistas valoran la estabilidad del negocio extractivo, incluso cuando sindicatos denuncian condiciones de trabajo inseguras y precarización en las subcontratas.
En un país donde el mercado bursátil representa principalmente a grandes grupos económicos y a un reducido segmento de inversionistas, el nuevo récord del IPSA reafirma una tendencia: la economía financiera vive su propia bonanza, desconectada de la economía real que experimenta la mayoría de la población.